• Por Antonio Méndez

Dirección: Stephen J. Anderson.
Intérpretes: Película de animación.

Película basada en un libro de William Joyce. Con guión de Stephen J. Anderson (“Hermano Oso”, “El Emperador y Sus Locuras”), Jon Bernstein (“Beautiful”, “Ringmaster – El Rey De La Telebasura”), Don Hall (“El Emperador y Sus Locuras”, “Hermano Oso”), Nathan Greno, Joe Mateo, Aurian Redson (“Hermano Oso”) y Michelle Spitz

Lewis es un inteligente huérfano aficionado a crear artilugios. Su último invento es el escáner de memoria, máquina con la que pretende encontrar a su madre biológica y así sentir el afecto familiar. Este propósito se vendrá abajo cuando el escáner sea robado por el malvado Bowler Hat Guy. Con la ayuda de Wilbur Robinson, Lewis intentará captura a Bowler Hat Guy al mismo tiempo que conoce a la familia excéntrica de su nuevo amigo, con quien viajará hacia el futuro para vivir una intrépida aventura.

Adaptando al novelista William Joyce la compañía Disney llevó a la pantalla este título animado de ciencia-ficción y fantasía que enaltece el afecto y el apoyo familiar en una historia de viaje temporal con niño imaginativo que idolatra a Einstein (hasta tiene su figura en el despertador) y, al igual que el Marco del puerto italiano al pie de las montañas, desea encontrar a su ignota madre.

Es una historia con el clásico personaje principal diferente, especial, que, partiendo del citado Joyce y otros ecos literarios de H. G. Wells, Lewis Carroll, Philip K. Dick o Charles Dickens, además de productos cinematográficos animados, como “Jimmy Neutron”, o sin animar (por lo menos en su totalidad), como “Terminator”, “La guerra de las galaxias” (el bombín es puro R2D2 y por ahí anda algún robot tipo C3PO) o los regresos al futuro de Robert Zemeckis, sustenta su singularidad en la extravagancia de sus personajes en un ambiente futurista, presentado de forma anárquica en espacio y tiempo.

Tal ambiente excéntrico, que incluso lleva al protagonista a lucir un sombrero tutti frutti tipo Carmen Miranda, es como un remedo de “Loquilandia” pero sin su incomparable caos y despipote.

La baza principal de “Descubriendo a los Robinsons (Meet The Robinsons)” es esa extrema extravagancia de caracteres (alguno muy sobrante) y el ensamblaje entre los mismos dentro de un ambiente ultracolorista, que contrasta con una posibilidad distópica de rebelión de las máquinas que oscurece la historia en un momento dado para refulgir luminosamente en una esperada resolución feliz que compacta lo anteriormente narrado.

El ritmo frenético, en ocasiones apresurado, y cierta complejidad de planteamiento y vínculos entre personajes, conllevará alguna confusión entre la audiencia más joven, lo que puede provocar el distanciamiento de un film en el cual, además de su tema principal, que es el valor de la familia y la amistad, también se acometen asuntos como el plagio de ideas, la adopción, y la forma en que puede modificar nuestro futuro una circunstancia mínima acontecida en nuestro presente.


Película basada en el libro “A day with Wilbur Robinson” de William Joyce y llevada a la pantalla por el debutante Stephen Anderson; Disney se arriesga y apuesta todo a la irreverencia que desprende esta producción, la mágica e indudable experiencia de esta compañía logra al fin acoplarse con una historia que quizá no asombrará a todos con su premisa, pero si logrará agradar al público gracias a la manera en que se desenvuelve en pantalla.

Disney logra una producción que equilibra hábilmente su espíritu pedagógico, que en más de una ocasión es tachado de ñoño e impreciso, con la magia de la animación y la dulce irreverencia que acude audazmente a la pupila del espectador.

La historia con cierta simpleza, comienza con un niño genio que es huérfano, en sus ímpetu de conocer a su madre y su verdadera familia, construye una máquina que le ayude reflejar sus recuerdos, sin embargo no todo es tan fácil; en un inicio la historia no llega a tener ciertamente pies ni cabeza, sin embargo al momento de desenvolverse logra dar a entender su cometido, divierte al espectador de una forma sana, pero sin recaer en el continuo camino de la sosedad en el que Disney ha involucrado a muchas de sus producciones.

El filme, con benévolo mensaje y una animación computerizada que se encuentra más que adecuada, brinda cierto aire perteneciente a “Los Increíbles”, sin embargo esta última producción decide alocarse un poco más, reírse sin despreocupación, dejado de lado la sosedad, es una producción para los pequeños de la casa y los granes que puedan apreciar el humor blanco y la locura de esta producción, la cual a la menor provocación crea una variedad de gags algunos forzados y otros bien ejecutados, desde el guión hasta la imagen, se puede considerar uno de los mayores logros de Disney en estos tiempos; con algunos guiños a producciones tales como la saga de “Regreso al futuro”.

Se ubica en la eterna rúbrica de la compañía: La familia, se remite a brindarle a los niños la más respetable e interesante perspectiva de esta asociación, todo con el sentido didáctico y esperanzador, con el sello inconfundible de Walt Disney, la perseverancia, la fantasía, la inocencia, la esperanza, la fe, entre muchos otros componentes del rubro, pero sobre todo la magia.

Lucio Rogelio Avila Moreno

Puntuación

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