• Por Antonio Méndez

enrique-jardielponcela-cuarto-corazones-obraSinopsis

Madrid, año 1860.
Un cartero llamado Emiliano Menéndez está desesperado porque, tras varias horas en la casa de Ricardo Cifuentes, no puede entregar una carta certificada.
Pasan cosas raras. Los sirvientes están desconcertados. Ricardo, un vividor prometido a Valentina que estaba a la espera de cobrar una cuantiosa herencia de su tío rico, no puede hacerlo ya que el testamento le requiere un período de sesenta años para cobrarlo. Las cosas cambian cuando llega a su casa el doctor Ceferino Bremón, un científico que afirma que ha creado una sustancia capaz de detener la edad y provocar la inmortalidad.

Crítica




En el año 1936, Enrique Jardiel Poncela estrenó esta obra teatral titulada en ese año como “Morirse Es Un Error”, una comedia en tres actos que muestra, sin la punción satírica y la incorrección política de algunas de sus mejores novelas, el talento del autor madrileño para crear humor con personajes y situaciones singulares, en este caso entre el absurdo, el disparate y la fantasía.

enrique-jardiel-poncela-cuatrocorazones-reviewEl primer acto, ambientado en el Madrid decimonónico, es una especie de parodia de la ciencia-ficción de Julio Verne, muy divertida, imaginativa, con constantes entradas y salidas de personajes, diálogos chisposos, personajes diversos enlazados con agilidad y gracia.

El segundo acto, desarrollado en una isla del Pacífico, es menos logrado. Jardiel sitúa a sus protagonistas ante el artificio de su existencia eterna, monótona, con ponderaciones sobre el sentido de la vida y la verdadera felicidad.
Es una utopía fracasada de náufragos voluntarios, de inadaptados a una civilización de la que se han distanciado. El acto se anima con un arbitrio cómico, una casualidad poco verosímil, que enlaza con el tercer y último acto.




El tercer acto de este divertimento nos lleva a Madrid de nuevo, pero en el año 1935, para configurar tensas relaciones familiares mediante paradojas temporales de gracia desigual.
La inversión del tiempo recuerda al Benjamin Button de F. Scott Fitzgerald y la historia se deja abierta con un golpe efectista que complica todavía más los resultados del experimento científico. Lo que hacen las algas…

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