• Por Antonio Méndez

borges-aleph-critica-reviewCrítica

En el año 1945 se publicó “El Aleph”, una colección de diecisiete cuentos del escritor argentino Jorge Luis Borges.

El primero de ellos es “El Inmortal”.
Se inicia con una referencia a Francis Bacon, previa a un viaje en modo filosófico-fantástico… Tribuno romano, Homero… para significar la posibilidad de la transcendencia más allá del tiempo, la materialización cíclica del infinito…
¿Para qué?




Los temas que trata Borges, en una exquisita narración de rico lenguaje y erudición, se mueven entre el misticismo, lo existencial, la metaliteratura y la metafísica, sirviéndose de la Historia, de la Filosofía o del mito, con ecos literarios de Edgar Allan Poe, Franz Kafka, Dante Alighieri, Lord Dunsany o los cuentos orientales de “Las 1001 Noches”.

Las digresiones que dispersan el cuento-ensayo, regodeos léxicos, cripticismo en torno a asuntos profundos sobre el ser, el estar y el trascender… menguan el atractivo de algunos textos, que recaen, referente a su traslación de emociones, en el poco o la nada.

Otros resultan meritorios, como “La Casa De Asterión”, humanización del monstruo, en este caso el célebre Minotauro, y en uno de los escenarios favoritos del autor argentino, el laberinto… duda, control, confusión, escape…




“La Busca De Averroes” tampoco está mal, con el musulmán incapaz de comprender a Aristóteles y su “Poética” al no desentrañar conceptos desconocidos.
El poder de la palabra vinculado al conocimiento.

Otro cuento destacado es “Deutsche Requiem”, desde la perspectiva de un nacionalsocialista alemán.

El más sobresaliente es el que titula el libro, “El Aleph”, punto que contiene todos los puntos, lugar de expresión de la realidad, del todo, visión de misticismo en un lugar soterrado y vinculado a la muerte de la amada.
¿Vemos o creemos ver?

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