Sinopsis

Un jardinero llamado Alex, que vive junto a su abuelo Jon y una cuidadora del anciano de nombre Dana, se despierta en una fábrica abandonada de un pueblo vasco. A su lado hay un cadáver y una piedra con sangre. No conoce a la persona. ¿Quién es? ¿Lo ha matado él?
Alex, amnésico, intentará averiguar lo sucedido.

Crítica




El típico thriller de Mikel Santiago. Los personajes parecen repetirse y la fórmula de intriga también con una creación de impacto que engancha en su inicio.

El protagonista, Álex, como si fuese un protagonista de una novela de Franz Kafka, se despierta junto a un muerto, no recuerda nada, y nos cuenta él la historia en primera persona.

De ahí viene el interés, ¿es verdad lo que cuenta? ¿es culpable o inocente?

La narración, sustentada en diálogos, es fluida aunque con ritmo pausado, utilizando un léxico sencillo, coloquial.

El personaje no encandila, más bien termina siendo cargante en ocasiones, quizá el propósito de su autor.

Los secundarios no tienen mucho fondo, despachados con trazos ligeros, siendo el más trascendente el abuelo de Álex, Jon Garaiko, un anciano que sufre la enfermedad de Alzheimer.

También es valorable positivamente, como en toda la obra de Santiago, el uso de los paisajes, su ambientación natural, en este caso la costa de Vizcaya.

La trama, capítulos cortos con división en siete partes, se repite demasiado, y tiene tramos pesados.

No obstante, los constantes giros y una telaraña-puzzle de dudas, ocultaciones, secretos, otorgan suficiente valía a su intriga sencilla de whodunit, tendente en su tramo final, poco convincente, forzado, al melodrama.