• Por Antonio Méndez

editors-violence-discosCrítica

La voz de Tom Smith, afectada, dramática, de variados registros que van del crooner melancólico al falsete apasionado, es clave en la trascendencia de los Editors, grupo británico que comenzó su carrera con influencias post-punk en un progreso hacia sonidos tecno new wave, apreciados en este álbum titulado “Violence”.

El sexto álbum de los Editors comienza con “Cold”.

Sentimentalismo oscuro, sofisticado, de pop de sintetizadores… estás esperando una respuesta, es una vida larga y solitaria, permanece conmigo y sé un fantasma…

Tempos calmados, ambientes urbanos nocturnos en evasión emocional. Entre Coldplay, Interpol y Bryan Ferry.



Smith a la caza de expiación en “Hallelujah (So Low)”, variantes con sonido acústico y sintetizadores en un desarrollo agitado por un riff de guitarra en distorsión y cierto toque funk en la sección rítmica.

Pasable.

La canción que titula el disco, “Violence”, remacha temas sobre soledad urbana, miedo, oscuridad, fantasmas… mezcla de desesperación y valentía en una electrónica post-punk con outro instrumental tecno a lo Depeche Mode.




editors-violence-critica-fotoApaga las luces si me escuchas, no grites, habla claro. En “Darkness At The Door” los Editors se relamen en sus ascendencias pop 80’s con texturas densas y cargantes que no transmiten nada.

Olvidable.

Hablando de nada. “Nothingness”.
Esta canción es interesante en su comienzo por su atmósfera y su ejecución de crooner inseguro con ecos de los Tindersticks… esperamos agobiados, dejamos que escape, déjalo ir… alternando en su estructura el tempo lento con un pop bailongo que termina adocenando la pieza.



“Magazine”… habla fuerte con el puño cerrado… Rabia, dramatismo…
Estrofas tranquilas, estribillo movidillo.
Como si Bowie estuviese producido por Stock, Aitken y Waterman con trallazos nu metal.

Termina cansando.

Los tres últimos cortes de “Violence” son muy escuchables, principalmente por la interpretación de Tom Smith y por su buen trabajo en la creación melódica.

“No Sound But The Wind”, canción sobre esperanza en un cambio mejor que sonó en una de las películas de “Crepúsculo”, es una estupenda balada con piano que podría cantar Nick Cave.


“Counting Spooks”… sabes que duele, dolor de pies arrastrados por el suelo…
6 minutos con dos tramos muy diferentes.
El primero es lento, un electropop sombrío que mezcla a Radiohead con Ultravox.
El segundo nos lleva a la pista de baile con un tecno pop muy ochentero con arreglos simulando cuerdas.

La balada “Belong”… no perteneces a nadie más que a mí… con rica textura e imaginería en una épica sentimental-melódica de notable intensidad.

Buen final para un disco irregular.

Puntuación

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