Disco de los Foo Fighters, de nuevo con Greg Kurstin en la producción y con un sonido post-grunge de radiofórmula de bajo interés, genérico, con arreglos sin riesgos.
Se abre con “Making a Fire”, arena rock de textos básicos, bullanguero, coros góspel, con Dave Grohl intercambiable en su voz con Lenny Kravitz.
“Shame Shame” es un corte en plan funk, con tempo lento y variantes con arreglos de cuerdas y ritmo sincopado. Grohl emulando a Prince. No funciona.
Intro que suena a Jimi Hendrix en “Cloudspotter”, canción con falsete, percusión latina, bases funk, y tramos de rock de estadio a lo KISS. No es lo peor del disco.
“Waiting On a War” es una balada acústica adornada con cuerdas.
Recuerdos de ingenuidad infantil. De relleno FM.
El corte que titula el disco, “Medicine At Midnight” es un dance-funk a lo David Bowie 80s de “Let’s Dance”.
El estribillo, tras varias escuchas, es suficientemente pegadizo en un conjunto olvidable.
Riff cabalgante en la enérgica “No Son Of Mine”, hard/heavy con trallazos guitarreros en homenaje a Motörhead, a Metallica.
“Holding Poison” no está mal. Pegadizos riffs hard/power pop en un corte melódico, guitarrero, que recuerda a Bob Mould.
Grohl retoma el tempo lento en “Chasing Birds”, una canción al estilo pop de cantautor (con pretensiones lennonianas) o el soft rock 70s.
Sonido cálido, templadito, suave, voz dulce.
Más cabalgadura con “Love Dies Young”, cierre potente en un bubblegum rock, melódico, de letra simplona y ritmo rápido.
Incoloro.