Crítica
Los británicos Kasabian, ahora sin Tom Meighan, queriendo hacer bailar al personal con un álbum un tanto cargante en su inicio que mejora en siguientes escuchas.
“Alchemist”.
Rock de estadio y tecno pop con ambiciosos y ampulosos arreglos buscando una épica melodramática a lo Muse.
En “Scriptvre” los de Leicester le dan al dance-funk rap con sintetizadores, distorsión vocal, mezclas vocales en contraste, percusión potente y un piano clásico en el outro.
Se curran los densos arreglos.
Paranoia en “Rocket Fuel”.
Psicodance para fiestas de alto colocón.
Tiene intensidad y variantes dentro de su concepto de locura ácida para el baile.
No hay que pedirle más.
En “Strictly Old Skool”, sin tanta parafernalia en arreglos, graban un pop melódico, directo, que podría cantar Rivers Cuomo con los Weezer.
Más bailoteo con “Alygatyr”, riff guitarrero garajero que convive con el autotune, el ímpetu glam, la psicodelia, el dance pop…
Bullanguera.
Termina resultando cansina.
“Ae Space” es un relleno espacial de 50 segundos que preludia la balada con piano “The Wall”.
Entre Weezer, Coldplay y U2, óptima para el consumo en la radiofórmula.
“T.U.E. (The Ultraview Effect)” recupera la ambición en arreglos.
Es la pieza más larga del álbum (casi seis minutos) con viveza en ritmos, buen trabajo melódico y mezcla agradable de sonidos e influencias (tecno pop, psicodelia, new wave…)
Podrían grabarla los infravalorados Django Django.
“Stargazr”.
Prorroga la lisergia dance con tono paranoico y un envolvente sonido ácido con ritmo machacón.
Tiene un tramo estupendo de sintetizadores en el clímax, que incluso les lleva al prog-rock 70s.
Una pena que se repita demasiado, menoscabando el efecto de su atmósfera (aunque tal repetición busque lo contrario).
Suenan más convencionales en “Chemicals”, una canción de estribillo intenso con influencias de la nueva ola.
Otro relleno… “Ae Sea” y término con “Letting Go”, corte lento, folk, acústico, desnudo, con una de las mejores melodías de un disco.
Los ornamentos a veces estorban.