• Por Antonio Méndez

kurt-vile-bottle-it-in-albumCrítica

Un año después de colaborar con Courtney Barrett, Kurt Vile volvió al estudio para grabar en solitario “Bottle It In”, un CD y doble vinilo con largas canciones en donde se cruzan el folk rock y la psicodelia.

Su sonido es acústico, con textos literarios en flujo de conciencia y tempos tranquilos… El problema es que las composiciones, con un afán de mantra envolvente al estilo de algunos cortes de su excompañero en The War On Drugs, Adam Grunduciel, se hacen demasiado largas, muy repetitivas sobre un riff y un tempo invariable.




Kurt se pasea en coche por Philadelphia en “Loading Zones”, aparca gratis, coge el ticket, mira a un lado, a otro, hay chicas con padre… la imaginería urbana en monólogo interior típica de su autor.

“Hysteria” es un corte lento, bastante pesadito, con caja de ritmos… no lo sabes, nunca lo sabrás, pero creo que te quiero… con Vile fraseando en diálogo.
Más alegre es el ritmo de “Yeah Bones”, con un riff de guitarra saltarín a lo Johnny Marr, pegadizo, en un ambiente relajado… cuando nadie te llama por teléfono, cuando corres rápido… no te agobies.




kurt-vile-album-review-2018-bottleitinSonidos al revés en “Bassackwards”, casi diez minutos de monótono folk lisérgico, para algunos puede ser envolvente, hipnótico, para otros cargante… con Kurt de nuevo de paseo… desde la playa al puerto, me tiro en el suelo mirando el sol, escucho la radio… Me encanta verte por aquí.

“One Trick Poneys” es una de las mejores canciones del disco. Un country folk rock a lo Neil Young en medio tiempo, de destacada melodía, ejecución entre la ironía, el letargo y el escapismo entre amigos con armonías corales en plan comuna que recuerda al apoyo de los Crazy Horse o de los Stray Gators. Muy buen tema.
“Rolling With The Flow” es una pasable versión soft rock de un tema interpretado en origen por el intérprete country Charlie Rich.

El inicio de “Check Baby” es sugerente. Con un sintetizador industrial, una guitarra folk-blues y una fuerte percusión. Progresa en un medio tiempo, de nuevo muy repetitivo pero con interesante texto surrealista… mira al hombre, míralo como vaga por el mundo, llorones, hablando basura, sentado permanentemente… y punteos que enredan con acierto la melodía folk psicodélica al estilo del Neil Young de “Psychedelic Pill”.

Otro corte largo, más de diez minutos, es la canción que titula el disco, “Bottle It In”, marcha sincopada en otra pieza experimental, psicosurreal, en la que cabe tanto un piano como un arpa… no le digas que los quieres, embotéllalos.
“Mutinies”… hay motines en mi cabeza, me tomo las pastillas y se van, el pequeño hombre de mi mente ha tomado el control… Balada con sintetizadores en otro progreso de largo folk rock psicodélico.




“Come Again”, corte con banjo, es muy disfrutable. Es un country de baile campestre, con música, whisky… el paso del tiempo al aire libre. Melódica, la batería tras la intro impulsa el tono alegre de la canción.
Influencias surf y spaghetti western a lo Ennio Morricone en “Cold Was The Wind”… Navidades en Siberia, frío y viento en mi cara, me da igual.

La canción larga más cansina del álbum es “Skinny Mini”, casi once minutos insoportables con Kurt en plan Bob Dylan dando una perorata latosa sobre una mujer flaca, salvaje, bajita, amable, antes de un corto instrumental ambient-robótico que termina un álbum que necesitaría menos minutos para ser disfrutado en mayor medida.

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