• Por Antonio Méndez

manic street preachers lifeblood album review cover discoCrítica

Después del subestimado y altamente disfrutable “Know Your Enemy” y el recopilatorio “Forever Delayed” (2002), los Manic Street Preachers volvieron a las tiendas de discos con “Lifeblood” (2004), álbum producido en parte por Tony Visconti.

Despojados del neopunk primerizo y de los textos políticos que todavía presidían el álbum anterior, el grupo galés evolucionó, o involucionó, hacia sonidos de pop con lujosos arreglos y pretensiones de elegancia y sofisticación, tonos más calmos, y escrituras con herencia de New Order (pasaron de Joy Division a New Order) y U2.




Es un disco con composiciones pop envueltas por un muro de sonido de tipo orquestal y empleo delicado de sintetizadores, algunas demasiado lineales, y otras muy aprovechables, como “1985”, de tono evocativo y épico, rememoran tiempos de juventud con recuerdos para los Smiths y similitud sónica de los citados New Order.

En el pegadizo y bailable single dance-pop “The Love Of Richard Nixon” parecen mezclar a Duran Duran y a los Depeche Mode más comerciales. En otro single, “Empty Souls”, desarrollan un corte dream-pop, sin demasiada originalidad, empleando con efectividad un riff de piano y un muro guitarrero.

“A Song For Departure”, pieza comenzada con efectos que simulan viento, crea un pulso rítmico acentuado con el predominante trabajo de la batería y el bajo, esmero vocal, combinación simple pero agradable entre la guitarra y el piano, y un estribillo insistente en un tema de fácil recuerdo que de manera leve incluso puede sonar a ABBA.




El piano vuelve a ser pieza instrumental dominante en “I Live To Fall Asleep”, elegante, melancólico medio tiempo pop, muy radiofónico, parece que dedicado a Richey James y que podría cantar Mick Hucknall acompañado de U2 para los 40 insoportables.

U2 también son la inspiración de “Repel Ghost”, un jangle pop con una guitarra atmosférica pero que no presenta nada fuera de lo común.

“Emily” es una balada de bajo interés dedicada a la sufragista Emily Pankhurst; “Glasnost” posee una guitarra a lo The Edge y poco más más allá de la linealidad en una letra que habla de la apertura de mente, que seguramente le venga bien a muchos y muchas.




La sencilla “Always/Never” posee un reiterado estribillo y una buena variación melódica con machacante ritmo medio funk; “Solitude Sometimes is”, con intro de guitarra folk, es un apreciable canto a la soledad en una sociedad consumida por el ruido y la masificación, con xilófono incluido.

“Fragments” parece un flojo tema de U2; y “Cardiff Afterlife”, canción en la que incluso tocan la armónica, levanta el ritmo en los versos pero no aporta nada demasiado destacable.

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