• Por Antonio Méndez

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“Drones” es el séptimo disco en estudio de Muse, un álbum conceptual en el que Matthew Bellamy y compañía crea un mundo distópico… tópico… con mensajes llenos de lugares comunes en torno al control del Estado, a una sociedad plagada de guerras con el adoctrinamiento del individuo deshumanizado, controlado, colectivizado como esclavo, como peón…

Producido por el veterano Mutt Lange, el disco alterna y mezcla el pop-rock y el arena rock para todos los públicos con trallazos metaleros, algún tramo prog rock, sonidos post-grunge, rasgos industriales.



“Dead Inside” abre esta historia de un hombre en busca de su libertad dentro de un escenario opresivo y apocalíptico con un corte épico-bailable de ritmo tecno robótico a lo new wave 80’s. Como si Bono de U2 cantase con los Tears For Fears en “Shout”.

El estereotipo del sargento instructor abre “Psycho”, híbrido del boogie rock del “Roadhouse Blues” de los Doors con el glam metal industrial de Marilyn Manson. Te convertiré en un jodido psicópata.



¿Puede alguien salvarme? Los hombres con capas intentan devorar mi alma. En “Mercy” se arriman al pop rock afectado de U2 y al AOR 70’s en una fórmula amorfa que une a U2 con Keane y Queen. Piedad.

Caos. Urgencia. Muerte. Aniquilación. “Reapers” es un mejunje de influencias… Van Halen, Rick Wakeman, Red Hot Chili Peppers, Joe Satriani… con potentes guitarras. Suficiente intensidad.



Huyendo de la opresión y la programación… No controles… Lo más sobresaliente de “The Handler” es el gran trabajo guitarrero del cantante y multi-instrumentista Bellamy.

Discurso de JFK como preludio de “Defector”, riff punzante y ambiciosos arreglos entre el metal industrial y el pop operístico de Queen.

muse-drones-critica-foto-grupo“Revolt” es una de las peores canciones del disco. Canto pop rock sobre rebelión con sus usuales influencias de U2 y Queen.

En “Aftermath” comienzan casi como una versión del “One” de U2 antes de optar por convertirse en los nuevos Bryan Adams en plan balada FM.

La pieza más prog-rock del disco es “The Globalist”, diez minutos de variantes de estilo en el que tanto cabe el spaghetti western de Ennio Morricone como Edward Elgar, Ry Cooder, el heavy metal o la balada con piano estilo Queen.

Para terminar nos vamos a misa con “Drones”, coral religiosa a capela que se sirve de una pieza compuesta por Palestrina en el siglo XVI.

Desigual en su aspecto musical.
Trivial en sus textos.

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