• Por Antonio Méndez

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Queriendo desprenderse de la etiqueta de emo rock con la que fueron recibidos tras su debut en el año 2002, el grupo de New Jersey My Chemical Romance intentó madurar sus primeras propuestas teen-pop-punk con estética pseudogótica con el conceptual “The Black Parade”, una especie de mezcla entre ópera rock, pop punk y arena rock con influencias de Smashing Pumpkins o Queen.

Con “Danger Days”, álbum producido por Rob Cavallo, repiten trabajo conceptual, desestructurado, a base de viñetas, inconexo, intentando contar una tópica (y distópica) historia estilo George Orwell ambientada en la California del año 2019. Los protagonistas, fabulosos aguafiestas, son forajidos en lucha contra una poderosa y corrupta corporación totalitaria. Escenarios post-apocalípticos y voz de un guía discjockey que abre el disco parloteando en una pieza introductoria.

No está mal este cuarto disco de la banda. Por lo menos es diverso. La pegadiza “Na Na Na” cruza con energía el bubblegum punk con el glam rock. “Bulletproof Heart” tiene bases power pop y trazas hard rock con acordes y sintetizadores a lo Who.

“Sing” es una pieza indiferente con elementos funk rock, pop rock y arena rock. “Planetary (Go)” es un corte techno-pop muy apreciable. Melódico, tiene fuerza y crea con habilidad un pegadizo ritmo dance post-punk.

“The Only Hope For Me Is You” es un corte menor con aspiraciones épico-apocalípticas. Mucho más disfrutable es “Party Poison”, pop punk festivo con potentes riffs guitarreros y guiños a MC5. De lo mejor del disco este pelotazo rock.

En “Save Yourself, I’ll Hold Them Back” explotan con suficiencia sus influencias glam punk. “S-C-A-R-E-C-R-O-W”, medio tiempo con distorsión vocal y trazos psicodélicos, podría ser interpretada por Robin Zander con los Cheap Trick.

“Summertime” es un pop melódico y luminoso con evocaciones nostálgicas sobre tiempos mejores. Es una sencilla, agradable pieza, la menos ambiciosa y recargada del disco en arreglos y producción.

En “Destroya”, corte con intro de percusión africana, explotan sonoramente en un funk-rap-punk que recuerda sin excitación a los Jane’s Addiction.

El melódico pop-rock “The Kids From Yesterday”, con texto sobre paso del tiempo, es formulista pero escuchable; mientras que “Vampire Money” termina el álbum de forma curiosa con ecos del bubblegum glam de los Sweet y un desarrollo que suena como si los Monkees interpretasen pop punk.