• Por Antonio Méndez

porcupine-tree-album-closure-continuationCrítica

Steven Wilson se reunió muchos años después de su último disco, “The Incident” (2009), con sus compañeros de Porcupine Tree, el teclista Richard Barbieri, excomponente de la importante banda de new wave Japan, y Gavin Harrison, batería de Pineapple Thief que también golpea últimamente las baquetas en King Crimson.

El que no se unió al reencuentro fue el bajista Colin Edwin, ocupándose Wilson del bajo y de otros instrumentos, como guitarras y piano.

Gavin y Steven componen la apertura de ocho minutos llamada “Harridan”.

Se inicia agitada con un bajo funk, distorsión ligera vocal y un progreso prog-rock con variantes en tempo y estilo, en donde tanto caben potentes guitarras metaleras, tarareos, pulsos sincopados, sintetizadores atmosféricos, como tramos jazz o momentos tranquilos acústicos a lo Radiohead.




porcupine-tree-closure-review-criticasHistoria de salvación en un lugar en el que no caben flaquezas… no muestres dolor al mundo…

Hay un óptimo trabajo instrumental, pero como composición no encandila.

Wilson compone en solitario “Of The New Day”.

Es una balada con guitarra acústica a lo Blackfield sobre renacer, sobre nuevos tiempos.
Tópico en el tema, es un corte sencillo soft rock que necesitaría más variantes melódicas para enganchar.

“Rats Return”, también de Harrison/Wilson, tiene carga política, sin complejidad, dirigentes sin principios que destrozan la libertad en el mundo.
Un sistema de ratas y esclavos.

Es un buen corte, con contrastes de expresión vocal dulce e intensos riffs metaleros, partes jazz rock, texturas tenues space rock, voces fantasmagóricas de fondo y esencias de ópera rock.



Richard Barbieri y Steven Wilson son los autores de “Dignity”.
Es una canción de ocho minutos con centro en un hombre que vive en la calle, chico perdido, alma perdida, al que desde su infancia llamaban bicho raro.

Tu mente estaba sana…

La intro es atmosférica con sintetizadores y voces de niños jugando, parte de un comienzo en tempo lento como balada acústica y un desarrollo progresivo con crescendo y suficiente épica en la sinergia del trío.

No entusiasma, pero tiene sus momentos.




“Herd Culling”, de siete minutos, es una composición del trío y es el mejor corte del álbum.

Se crea, con un riff repetitivo de base blues, un escenario de terror western, con un hombre de rancho cargado con rifle, perros agitados, el rebaño temeroso, un lobo en la puerta, se arañan puertas.

Alegoría de amenaza y defensa individual.

Tempo lento, un lala espectral, sintetizador atmosférico, tono paranoico, de misterio, intrigante.
Tramos intensos en una pieza prog-rock destacada.


De Barbieri y Wilson es “Walk The Plank”, el corte disonante del disco.

Nos sitúa en un barco abandonado. Paseamos por la cubierta, subimos al tablón. ¿Caemos al agua? Tiburones.
Instrumentalmente es un ambient, un art rock electrónico en tempo lento.
Se deja oír.

Casi 10 minutos dura el cierre, “Chimera’s Wreck”, empleo de la mitología para tratar la decadencia, el temor a vivir emparejada con la vista atrás y el paso inevitable del tiempo… tengo miedo de ser feliz… tras una desgracia (muerte del padre de Wilson).

Tema progresivo con crescendo y una estructura en donde tanto se escuchan elementos de folk rock como hard rock o blues rock.

Le falta mayor virtud melódica, más variantes en la estructura que sorprendan, para emparejarse con las virtudes técnicas, pero no está mal.

Puntuación

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