• Por AlohaCriticón

Décimo álbum del señor Chinarro (Antonio Luque), quien no se desapega de sus anteriores propuestas con influencias del pop-rock guitarrero de los 80 (principalmente el británico), el cantautor de los 70 (principalmente Aute) y la música folk.

También, en tempos sosegados y mezcla de fácil escucha de sonidos acústicos y eléctricos, se reitera la poesía críptica que convierte en ocasiones al intepretador de los textos en un mero fabulador.

Sus citadas ascendencias británicas se manifiestan en varias piezas del álbum, como los medios tiempos “Los Ángeles” y “La resistencia”, en donde se escuchan guitarras y ritmos que copulan a New Order con The Cure (sin olvidar a Aute en matices vocales de la segunda pieza), mientras que el single “Tímidos”, con influencia de los Smiths, busca la unión de tímidos en proceso concentrado de alienación conjunta que cuenta con una de las mejores melodías del disco a pesar de cierto déjà vu.

El deje andaluz de Luque se deja apreciar en parte de la expresión de la apreciable “Los amores reñidos”, crónica de crisis de pareja de nuevo con ecos del pop-rock de los 80. Cuenta con una de las mejores interpretaciones vocales del álbum y se enerva en su tramo final con estriadas líneas guitarreras a lo Thurston Moore.

En “Anacronismo” muestra su lado folk-pop con adornos de cuerdas que ornamentan una reflexión temporal con el narrador en desbarajuste vital tras una ruptura amorosa.

Su faceta de cantautor se exhibe en “La parra marchita”, con declamación ambiciosa de poética existencial, mientras que en la balada “El Gran Poder”, destacada por su atmósfera con una brillante combinación guitarrera final, hay destellos irónicos sobre apariciones en una invocación cristiana de irrealizable ligazón romántica.

Si en la otra se buscaba la mediación del Gran Poder, en la pieza acústica “San Antonio” es el demonio como narrador el protagonista para encontrar mozo a base de cálido ritmo de bossa nova aflamencada.

En “El teórico”, con una metáfora un tanto cutre de examen amoroso, falta el de la pandereta rebozándose en el suelo para ir a actuar con la tuna al extinto programa “Gente Joven”. Las bandurrias resuenan de lo lindo y los coros de amigos abrazados son propicios para el próximo hit de la verbena. Pues a bailar y beber, que son dos días…

El abandono de la tuna es expreso en la lírica de “A mano”, una canción tan intrascendente y olvidable como la tonada folk que cierra el disco, “El alfabeto Morse”. Punto, raya y punto. Buenas noches. Pues muy buenas.

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