• Por Antonio Méndez

the decemberists the hazards of loveCrítica

Después de escuchar este disco parece que Colin Meloy, principal vocalista y compositor de los Decemberists, ha mamado últimamente bastante folk-rock progresivo (en especial británico) de finales de los 60 y comienzos de los 70. La derivación de tales escuchas es la creación de este trabajo conceptual en torno a los amoríos mágico-medievales de unos personajes llamados Margaret y William.

El disco parece tener tantas influencias de Fairport Convention, Pentangle, Strawbs o Jethro Tull como de Led Zeppelin o Black Sabbath.

Tras un “Prelude” que mezcla un órgano de iglesia, arreglos de cuerdas y sintetizadores con voz femenina al estilo de las películas de terror de Dario Argento, el disco pone en situación la historia con “The Hazards Of Love 1 (The Prettiest Whistles Won’t Wrestle The Thistles Undone)”, corte folk psicodélico acústico en donde Margaret se introduce en un bosque mágico y descubre un cervatillo (¿fawn?)… ¿o dice fauno? (¿faun?)… que al final se convierte en un hombre llamado William con el que descubre y goza el sexo con consecuencias previsibles. Estamos en el medievo y hay que cuidar las formas…

Como la cosa se vuelve espinosa, en “A Bower Scene” las guitarras se aceran y se cruza a Fairport Convention con Black Sabbath mientras la buena de Margaret es aconsejada por su familia y decide partir a la taiga para buscar a William.

Para adornar el escenario de Margaret vagando por la taiga suena uno de los mejores temas del álbum, el medio tiempo “Won’t Want For Love”, con un riff blues-rock ledzeppeliano y una evocadora voz femenina en búsqueda de su amor. Se pergeña la tragedia culebronesca.

En la balada acústica “The Hazard Of Love 2 (Wager All)” Colin Meloy parece James Taylor mezclado con Donovan. Interpreta un corte que enlaza a los dos amantes con una descripción de goce sexual.

Después del banjo que nos introduce en “The Queen’s Approach” a la reina, madre adoptiva del héroe de la función, la pareja muestra en tono bucólico su querencia mutua a través de “Isn’t It A Lovely Light”, una cálida tonada folk vals-pop con sonidos de pedal steel que podrían interpretar Sallyangie o los Fairport Convention.

El Mick Jagger de 1965 parece cantar el comienzo de “The Wanting Comes In Wave/Repaid”, una canción con trazos de pop barroco aportados por el sonido del clavicordio.

Tiene una variante hard rock con huellas de Jefferson Airplane que alterna la perspectiva de la conversación del héroe William y su madre adoptiva, una pelma Reina del Bosque.

En “The Rake’s Song” se introduce al villano del cuento, un cafre que asesina a sus hijos y a todo lo que se ponga por delante. Un angelito el tío. No le queda mal el atavío sonoro del corte comulgando el pop psicótico de los Pixies con ansiedades post-punk que también han influenciado a los Arcade Fire.

El tal villano rapta a Margaret, a quien incluso pone grilletes. Todo ello contado en “The Abduction Of Margaret”, tema de tono apremiante con contrastes guitarreros en riffs y ritmos.

El tempo se atempera en “The Queen’s Rebuke/The Crossing”, otro cruce entre Fairport Convention y Black Sabbath con riff blues rock y voces ululantes.

La parte final es el clímax con previsible final para el lío trágico-romántico. El río toma protagonismo en “Annan Water”, canción folk con William intentando salvar a Margaret, quien sigue sufriendo al insaciable villano en “Margaret in Captivity”, escuchable melodía con arpegios folk.

El giro de la historia viene en “The Hazards Of Love (Revenge)”, cuando voces fantasmales de niños muertos (los hijos del villano) aparecen para vengarse del nefasto padre que les había tocado. La canción mezcla el funk-rock con el pop barroco.

Más tarde no se puede evitar la tragedia y en la country-folk “The Hazards Of Love (The Drowned)” se produce la conclusión efectista previsible que remacha el culebrón fantástico-medievalista soportable pero sin mucha trascendencia ni en su concepto lírico ni en su sonido.

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