Los hermanos Friedberger (ella Eleanor, él Matthew) y sus experimentaciones pop que tanto toman del prog-rock como del hard-rock, el garaje o el pop orquestal.

A veces les pierde el concepto de la extravagancia y sus piezas se pierden sin mayor enfoque que la forzada autocomplacencia freak-indie-pop.

En otras ocasiones compactan su pop progresivo con piezas de interés que tanto explotan muros de guitarras distorsionadas, como hacen sonar un arpa o unos sintetizadores adornan textos surreales sobres mujeres desmayadas en bodas que intentan descifrar jeroglíficos egipcios, relatos fantásticos con dúplex tétricos, o lllamadas de deshonestos hijos de puta a los miembros de un jurado.

Los arreglos configuran singulares collages sónicos, resutado abigarrado de un trabajo compositivo que, incidiendo en atmósferas, no descuida el trabajo melódico con tonos delicados.

La apertura del disco se produce con “The Philadelphia Grand Jury”, tema con ritmos funk antes de aposentarse en su recargado y característico prog-pop con mixtura entre psicodelia, hard-rock y pop barroco, aspecto sónico también de “Duplexes of the Dead”, con ecos del primer Bolan fantástico-lisérgico.

Otros cortes del álbum son el techno-pop “Automatic Husband”, “Clear Signal For Cairo”, con estruendosa carga inicial fuzz antes de hundirse en el prog-pop onanista con texto romántico y un escenario desértico en donde tanto cabe Grieg como Black Sabbath, “My Egyptian Grammar”, medio tiempo pop de dulce melodía, “The Old Hag Is Sleeping”, batallitas en la tercera edad con adhesivo estribillo de personal enfadado, “Navy Nurse”, contiene un riff a lo LedZep, o “Japanese Sleepers”, que es un garage-blues-rock que podrían interpretar los White Stripes.

Uno de los mejores cortes es “Ex-Gurú”, danzarín disco-pop con efectos psicodélicos orientales sobre una historia de recién obtenida libertad sexual tras un período de dominación amorosa. Pues venga, a mover la pelvis por estos mundos de Dios.