• Por AlohaCriticón

Crítica

Este disco debut paso casi desapercibido cuando se edito unos meses antes que “Nevermind”, a pesar de que fue de las primeras probadas del rock alternativo que moldeó el sonido de la década.

Sorprende encontrarse con que los años no le han pegado nada mal: “I Am One” abre el disco con una sección rítmica sin fisuras, evocadora del mejor hard rock setentero, la potencia sigue firme en canciones como “Siva” (deudora de Black Sabbath) o en la acelerada “Tristessa”.

La banda ya muestra el músculo y virtuosismo que los caracterizaría. Los arreglos ensoñadores que dominan el álbum le otorgan una calidez extraña y atemporal y crean una especie de clima (raro en un disco de la banda) dando lugar a la sensibilidad como en la folky “Daydream” (con la bajista D’arcy en la voz), en la delicada “Crush” o en las neo-psicodélicas “Rhinoceros” y “Snail”.

Siendo justos, también evidencia los defectos que sus detractores más acusan a la banda: cierta tendencia a enmascarar la falta de gancho con mantos sonoros, o una instrumentación demasiado ostentosa. A pesar de eso, “Gish” ya mostraba el potencial innegable de una banda clave del rock de los años posteriores.

Canción favorita del disco: Rhinoceros

David