• Por AlohaCriticón

Seguro que los amantes del pop preciosista-psicodélico de Brian Wilson y Curt Boettcher se embelesarán con este álbum. El segundo disco de Sleepy Jackson (proyecto básico de un solo hombre llamado Luke Steele) contiene ese mimo y lujo en arreglos, melodías y voces que tanto cuidaron en los años 60 el autor de “Pet Sounds” o el responsable de proyectos indelebles para los sibaritas pop como Sagittarius o The Millennium.

Quizá en algún momento que otro se le va la mano al australiano Steele con tantos coros y orquestación, empalagando en ocasiones con un desequilibrio que rara vez depararon sus maestros, pero cautivando en otras con melodías perfectas, ritmos cálidos, armonías elevadas, guitarras georgeharrisonianas, dulces y etéreas voces que envuelven en los ambientes ensoñadores creados…

Rememora tanto a los Beach Boys psicodélicos como los mentados Sagittarius o The Millennium, Flowerpot Men, trazos de Mercury Rev o George Harrison. Incluso a veces recuerda a la voz de Marc Bolan y, cuando se muestran tendentes a elegantes ritmos discotequeros, a los Scissor Sisters menos estridentes.

A pesar de sus excesos y redundancias cuando acierta lo hace de pleno, como la apertura, “You Needed More”, pop orquestal de esencia lisérgica que haría relamerse de gusto al mismísimo Boettcher.

Por no hablar de ejercicios vocales a lo Beach Boys con resonancias melódicas de George Harrison, como “Devil Was in My Yard”, de sencilla lírica en base a la liberación personal, “God Lead Your Soul”, con tenues sonidos de pedal steel y voz de reminiscencias trexianas, asomando la influencia vocal de Bolan en la magnífica “God Knows”, en donde hasta en el título (recordando la memorable “God Only Knows”) tributan la ascendencia en su música de los hermanos Wilson.

También resulta de fácil escucha la balada “Miles Away”, con la inclusión de la maravillosa voz femenina de Juanita Tippins (a lo Isobel Campbell), y “Dream On”, balada con arreglos grandilocuentes, cortes que recuerdan a las melodías más pop de la Velvet Underground, como “Don’t Say”, y tonadas más danzables, que no pierden la distinción en los arreglos, de animosos ritmos y pasables en su faceta melódica, como “I Understand What You Want But I Just Don’t Agree” y “Play A Little Bit For Love”.

Si Luke Steele controlara mínimamente sus ansias ultrapreciosistas (con tendencia a una excesiva grandiosidad) no empacharía tanto y el disco sería una auténtica gema pop.

No obstante, su sonido tiene momentos rebosantes de belleza y seguramente sea degustado con placer por los amantes de los nombres citados, en especial Brian Wilson y Curt Boettcher.

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