• Por Antonio Méndez

throwing-muses-sun-racket-albumCrítica

Sin Tanya Donnelly, Kristin Hersch continúa prorrogando el legado de Throwing Muses, un grupo de Rhode Island que comenzó a grabar en los años 80 discos rock en donde tanto había lugar para influencias post-punk como para el jangle pop, el rock garajero o la psicodelia.

En la actualidad, Kristin, cantante, guitarrista y teclista, se acompaña como trío por el bajista Bernard Georges y el batería David Narcizo.
Steve Rizzo le acompaña en la producción de este “Sun Racket”, un álbum editado en Fire Records.

En el álbum, Hersch crea su propio mundo surreal, onírico, un sinsentido de lirismo con expresión rock principalmente lisérgica.




Se abre con “Dark Blue”, un corte que cruza a Nirvana y a los Pixies con tempo pesado, riff en fuzz con intenso guitarreo, sonido denso, angular, crudo, voz doblada… si fuera mejor soñadora serías un sueño hecho realidad… encendiendo cerillas bajo el agua…

throwing-muses-sun-racket-review-criticaMás tranquila es “Bywater”, de nuevo con el agua como escenario.
Es una balada también muy Pixies, estilo Kim Deal, con voz laxa, lalalalas y trazos surf sobre pasajes de psicodélica surreal… largo verano en la acera, peces de colores, no lo tires… es Freddy Mercury.

Menos de dos minutos dura “Maria Laguna”, un folk rock/jangle pop en tono abatido y con cierto eco de western… llamé a María para decirle que te fuiste, no sé por qué… Las sirenas no eran para mí. Me di la vuelta.

“Bo Diddley Bridge” es un buen corte en medio tiempo con penetrante riff a lo Black Sabbath, hard rock, grunge, acid rock… un outro lento con piano y clavicordio… silbando en el puente derribado, ¿quién nos salvará ahora?… No está nada mal esta pieza.




“Milk At McDonald’s” es una balada atmosférica, psicoblues oscuro con accidentes de coches, abejas asesinas y coyotes en el congelador. No me arrepiento del alcohol. Ebrios.
throwing-muses-sun-racket-discos-albums-critica
Más lisergia y lentitud con “Upstairs Dan”… Dan travestido, descalzo y borracho, conejos en helicóptero, hombres raros y furiosos.
Sonido con reverb en un ácido lento poblado de extraña imaginería. Lo que tiene la psicodelia, el sueño, lo surreal.

El registro vocal, letárgico, de Kristin Hersch es muy repetitivo, lo que puede llegar a cansar.
En otra pieza de menos de dos minutos, “St. Charles”, crea un rock sucio, industrial-garajero, con la percusión como instrumento destacado.

“Frosting” es un medio tiempo que podría grabarse en la época grunge. Similar al sonido previo, con líneas guitarreras sucias, inquietas, voz doblada melódica y esencias ácidas.




“Kay Catherine” es un psicoblues, un vals pop con influencias de Ennio Morricone… brillas, y veo un anillo rosado a tu alrededor.
Todas las piezas son escuchables, ninguna demasiado trascendente. Eso sí, los textos tienen su miga.

Fin de álbum con “Sue’s”, tema lento con subrayado psicodélico en formato dream pop.
Flotando, se escucha algo en la lejanía. Algo.