• Por Antonio Méndez

tindersticks-the-waiting-room-albumCrítica

Con “The Waiting Room”, los Tindersticks de Stuart A. Staples no sorprenden, hacen lo de siempre. Sofisticado, melancólico, melódico, poético… pop con influencias jazz, ambient, algún rasgo soul-funk, sutil orquestación, ambiente ebrio, hedonista, de elegante club nocturno.

La voz crooner de Staples se emplea casi como un instrumento en un proyecto con tanta influencia de Nick Cave o David Bowie como de Leonard Cohen, Scott Walker o Tom Waits.

Esta sala de espera se inicia con “Follow Me”, pieza instrumental con la banda de Nottingham sirviéndose de la música de Bronislau Kaper para la película “Rebelión a Bordo”. Relajante con ecos de spaghetti western, percusión tribal, armonio…




“Second Chance Man”…
Stuart en su habitual atmósfera taciturna lounge… dame una segunda oportunidad… petición en susurro con distorsión vocal, wurlitzer tocado por Dan McKinna, arreglos soul, trazos jazz con base de soft pop. Todo tan exquisito como lánguido.

Elevan el ritmo con “Were We Once Lovers?”… divagaciones líricas con secretos diluidos en la conciencia… pasamos nuestra vida juntos, pero no lo recuerdo, bésame esta noche, esta preocupación me está matando, pero… por qué me tengo que preocupar… el wurlitzer conviviendo con el hammond crea un envolvente, intenso ambiente, con resonancias del Bowie de la etapa Plastic Soul y bases funk.

Buen corte.

No tengo dinero, no tengo estilo.
“Help Yourself” es una interesante canción con fraseos, disonancia, y arreglos en donde cabe el jazz, el funk, el soul, los sonidos afrolatinos en una fusión que vincula a James Brown con Nick Cave y los Blood, Sweat & Tears.
Sí hay estilo.


La cantante Lhasa de Sela falleció a causa de un cáncer de mama en el año 2010.
Los Tindersticks recuperan un tema grabado hace años en el que Staples canta en diálogo con ella.
“Hey Lucinda”.

Tierna, emocional, sofisticada balada… oye, ¿vamos a beber algo esta noche?, se acaba el verano y… no, no, estoy muy cansada de tíos, esta noche me quedo en casa, estoy harta de salir… bueno, quizá espere por ti…
Exquisita, con clarinete, flauta, glockenspiel, armonio, saxo.

tindersticks-the-waiting-room-critica-discoDavid Boulter se ocupa de escribir los interludios instrumentales.

“This Fear Of Emptiness” es uno de ellos.
Ambient con reverb y pretensiones de evocación espacial.
Stuart en la melódica.

“How He Entered”.
Habla, recita Staples… ¿cómo entró? ¿cómo llegó? en esta pieza lenta… tenía los ojos y el corazón abiertos, espera la oportunidad para jugar con fichas en el bolsillo…

No se sabe quién es ese ÉL del que hablan los Tindersticks.
Elegante, melódica, efectiva balada.

La canción que titula el LP, “The Waiting Room”, muestra fragilidad, desgarro, en un tema desnudo con sonido del órgano hammond… no me hagas sufrir, veo caras de extraños, estoy en lugares que no recuerdo, fotografías de gente que desconozco…
Aislamiento, inseguridad.

Otra balada de entidad a pesar de su reiteración.



Vuelve Boutler con sus instrumentales.
“Planting Holes”.
Nostalgia.
Como si un pianista se pusiese a tocar una canción de cuna ante un rebaño de vacas.

Uno de los mejores momentos de “The Waiting Room” es “We Are Deamers”, canción en la que colabora vocalmente Jehnny Beth del grupo Savages. La pieza es magnífica, intensa, con rasgos góticos, lograda poética, intrigante, apasionada… esos no somos nosotros, nosotros somos soñadores, no me despiertes, mueve mis huesos.

Gran atmósfera, como si mezclasen a Kate Bush con Mark Lanegan.

El tono cambia con el final, “Like Only Lovers Can”, sofisticación, sensibilidad, que a algunos les puede evocar a Nick Cave. Podemos hacernos daño como hacen los amantes. Probemos.