• Por Javier Platas

weezer-the-white-album-discoCrítica

Este álbum de Weezer, décimo ya en su discografía, completa de momento una tetralogía de discos homónimos diferenciados con el nombre de un color. Primero fue el azul (“The Blue Album”), luego el verde (“The Green Album”), después el rojo (“The Red Album”) y ahora el blanco (“The White Album”).

Obviamente este álbum blanco, más allá de la coincidencia en la denominación, no tiene ni la categoría ni la trascendencia ni marcará un antes y un después en la historia del rock como lo hizo aquella inmortal obra maestra que los Beatles publicaron a finales de 1968, pero sí confirma la recuperación a un alto nivel de la banda de Rivers Cuomo. Una recuperación que ya habíamos atisbado en el aprovechable “Everything Will Be Alright In The End” (2014) después de la grabación de una serie de discos menores.

“Weezer (The White Album)” es un gran disco de power pop, una notable colección de espléndidas melodías con trabajadas y sorprendentes variantes y algunos de los mejores y más adhesivos estribillos de su carrera.

Produce Jake Sinclair, quien sabe sacar lo mejor del cuarteto californiano al igual que lo hiciera Ric Ocasek en obras precedentes.

En palabras del propio Cuomo, los Beach Boys han sido su máxima influencia compositiva para este trabajo, algo que resulta evidente en canciones como “Endless Bummer”, en los típicos coros de “California Kids” y, sobre todo, en “(Girl We Got A) Good Thing”, una maravilla de impecable estribillo que firmaría gustoso en sus mejores tiempos el mismísimo Brian Wilson.

Pero es que prácticamente a la misma altura se encuentran imbatibles pildorazos de power pop como “Wind In Our Sail”, “L.A. Girlz”, “King Of The World” o “Summer Elaine And Drunk Dori”.

El indudable talento de Rivers Cuomo para la creación melódica ha vuelto para regalarnos el que seguramente sea el mejor disco de Weezer en los últimos quince años.

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