• Por Antonio Méndez

besnard lakes are the dark horseCrítica

Los canadienses Besnard Lakes, proyecto del matrimonio Olga Goreas y Jace Lasek, son muchos de los conjuntos actuales que rinden pleitesía constante con su sonido al pop psicodélico y orquestal y al rock progresivo de finales de los 60 y comienzos de los 70, algo que ya hicieron (o siguen haciendo) desde hace tiempo otros conjuntos dream-pop y noise-pop, como los Mercury Rev, Flaming Lips, Galaxie 500, Red House Painters, Built to Spill, o My Bloody Valentine.

Cuatro años después de su debut, “Volumen I”, aparece “Are the Dark Horse”, un disco en donde reflejan herencias claras de los Beach Boys de “Pet Sounds” y de Pink Floyd, sin olvidar a los Beatles lisérgicos, Jefferson Airplane, Neil Young o Led Zeppelin.


El preciosismo plañidero en voces e instrumentos, con armonías celestiales, distorsiones guitarreras que conviven con refinados arreglos de cuerda y viento, y desarrollos épicos, cautivan desde la primera escucha en largas piezas de interesantes variantes.

El disco muestra una fortísima influencia de Brian Wilson en cortes como “Disaster” y “For Agent 13”, dos hermosos y calmos temas de pop psicoprogresivo con mimada orquestación, falsetes de Lasek y hechizantes combinaciones vocales con su mujer Olga.


Pero no sólo en la influencia de los Beach Boys más psico-experimentales se quedan los Besnard Lakes. Los Pink Floyd son la base de “And You Lied to Me”, atmosférica historia de mentiras con guitarras trémulas, o de “Because Tonight”, en donde la lisergia se muestra tan espacial como crepitante con algún eco de Pachelbel, mientras que los Beatles cimentan parte de “Devastation”, corte con riff y tempo de esencias psico-hard-rock que también les emparenta con Atomic Rooster, Led Zeppelin o los primeros Black Sabbath.

Otros temas del disco son el vívido folk-pop de “Cedric’s War”, o “Ride the Rails”, con ritmo hipnótico y óptimo empleo del violín en contraste con teclados en tonos oscuros. No quedaría mal en un disco de los Built to Spill, al igual que la sinuosa “On Bedford and Grand”, con intro a lo Led Zeppelin, armonías vocales con iteración mantra y resonancias “neilyoungneras”.