Crítica

Enésimo disco de los King Gizzard and The Lizard Wizard, ya demasiado repetitivos en casi todos sus últimos discos.
Aquí con mucho sonido psicodélico-orientaloide, producido por su líder, Stu Mackenzie, y similares quejas de previas entregas, entre el escapismo en clave modernista, la ciencia-ficción de serie B y la calentología.

“If Not Now, Then When?” mezcla el clima con el control tecnológico.
Se inicia con un acid rock intro a lo Jimi Hendrix para progresar en un medio tiempo funk que va perdiendo gracia con el paso de los minutos.




“O.N.E.”, acrónimo de una noche en todas partes con fondo de pesadilla existencial básica, es una pieza de arreglos sesudos, entre el ambient, lo oriental, el funk y la lisergia con tempo letárgico.
No está mal.

Joey Walker se une a Stu para componer y cantar en armonía “Pleura”, historias de nigromantes y chupacabras con punteos folk orientales y guitarra wah wah en un hard acid rock intenso, de tono oscuro.

Algunos de los mejores pasajes del álbum son cantados y escritos por Ambrose Kenny-Smith, entre ellos “Supreme Ascendancy”, pieza con sonidos que nos llevan a la China, ritmo sincopado y psicodelia con sintetizador para hablarnos de un Satanás en sotana.
También, en co-autoría con MacKenzie, es de Kenny-Smith la pegadiza y rítmica “Static Electricy”, riff arábigo, trazos space rock y voz susurante para enfatizar atmósferas.




Guitarra española en “East West Link”, queja sobre autopista con más psicodelia oriental, aquí con una intro con destello flamenco.

Joey Walker es el autor y vocalista de “Ataraxia”, la calma ininterrumpida.
Es un corte de pretensión hipnótica; un acid rock garajero de estribillo envolvente.

“See Me” es una intrascendente psicodelia lounge sonando antes de “K.G.L.W.”, psicoheavy que muestra sus influencias Black Sabbath.
Nada que ya no se haya escuchado.