• Por Antonio Méndez

king-gizzard-butterfly-3000-albumCrítica

Stu McKenzie quiso realizar en este disco un álbum conceptual sobre cambios de estado, transformación de la percepción, utilizando la mariposa como metáfora.
El sonido de este disco de los australianos King Gizzard and The Lizard Wizard descansa en la electrónica y en la lisergia, combinación que, salvo excepciones, se muestra demasiado repetitiva y poco trascendente.

La rítmica “Yours” abre el álbum. Electrónica minimalista, robótica, espacial, de videojuego 80s en cruce krautrock, con punteos de guitarra acústica y armónica en su tramo final.
Tu hombre en el cielo. Tu tercer ojo. Manejas el volante.
Flujo de conciencia con el personal bien puesto.
Se deja escuchar. Sin más.




king-gizzard-lizard-wizard-album-review-critica-butterfly-3000Sonido oriental en “Shanghai”… adiós, Shanghai, me he convertido en una mariposa… Turismo, trip hop y psicotecno en esta combinación vocal entre Stu y Ambrose Kenny-Smith con juguetonas líneas de teclado.
Elegante, con trazos funk, falsete, androginia… Té verde, almohadas que vuelan. Esperando a la crisálida.
Es una de las mejores melodías del disco.

“Dreams” es bastante pesada, aburrida.
Solo quiero despertarme en mi sueño.
Onirismo ambient-mantra para dormir a pierna suelta.

“Blue Morpho” está conectada a “Dreams” pero es más interesante en sus arreglos envolventes de paranoia con modos de psicodelia vía electrónica que alzan el ritmo en una iteración ácida de sonido… No falta el dios Morfeo ni las nubes de pegamento. Incluso tocan un piano.

Inicio folk el de “Interior People”, composición de McKenzie y Joey Walker… algunos días me siento bien, otros no. Como todo hijo de vecino.
Ya no temo al hueco de la muerte. Destello de lente en mi subconsciente.
Comeduras de coco con gente en el interior.
El sonido de esta pieza surreal mezcla el pop new wave 70-80s con el folk lisérgico, recuperando partes melódicas orientaloides de “Shanghai”.
No está mal este corte.

De la pareja McKenzie/Walker es también “Catching Smoke”, colocón de maría con la felicidad en el bolsillo… me costó 25 dólares… Beben hedonismo en un corte también de interés.
Los arreglos y variantes tanto nos llevan al dream pop como al ritmillo funk o al tecno pop. Una pena que la alarguen tanto. Le sobran, mínimo, dos minutos. Con cuatro había quedado perfecta.

Stu y Ambrose escriben “2.02 Killer Year”, la concesión a la calentología del LP.
Electrónica ping pong y disco 70s.
Olas grandes, surf y playa.
Voz dulzona. Termina haciéndose cansina.


Sonido oscuro el de “Black Hot Soup”, mareas de sintetizadores, punteos acústicos, efectos espaciales, esencia lounge…
No hay melodía de altura para sustentar el cóctel.

“Ya Love” es un relleno amoroso-mantra que no funciona.

Cierran con “Butterfly 3000”, que parece ser un outro de “Ya Love”, con la mariposa transformada. Arpegios de sintetizadores y crescendo para una estructura tecno-psicodélica demasiado reiterada.
Espero. Deseo tu amor. Ya love.

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