• Por Antonio Méndez

brian wilson gettin in over my headCrítica

“Gettin’ In Over My Head” (2004) poco dice de la grandeza de un músico y una leyenda como Brian Wilson.

En sus surcos, y a pesar de que pretende hacer gala de su intensidad emocional, algo inherente al proceso en la elaboración de sus discos, no hay más que escrituras que nos retrotraen de manera poco destacada al Tin Pan Alley o el Brill Building, reciclajes poco inspirados de sus pautas con los Beach Boys y en solitario, que plasman la habilidad de Brian para arreglar armonías de manera magistral, letras demasiado simples que buscan atrapar el sentimiento de manera inocente, estribillos sin gracia y una voz que ha perdido la magia de antaño.

El sueño de la reunión para la grabación de “A Friend Like You” de dos de los grandes genios de la composición popular, como Brian Wilson y Paul McCartney, se desaprovecha, en vez de agrupar ese inmenso talento para escribir conjuntamente la canción, nos muestra a Macca sirviendo como simple corista y guitarrista en una melodía AOR muy poco memorable compuesta por Brian y Steve Kalinich.



Otras apariciones estelares, como la de Eric Clapton con su guitarra en “City Blues” tampoco aporta nada importante, con una discordancia de estilos poco satisfactoria y un concepto sonoro casi de la ELO.

Mientras que Elton John, quien lleva el papel predominante a nivel vocal en “How Could Be Still Dancing”, es el protagonista de un flojo tema (a pesar de ser de los mejores del LP) que encuentra al británico más movidillo con las armonías y ritmos de los Beach Boys.




El álbum también incluye remembranzas al fallecido Carl Wilson en “Soul Searching”, un aceptable corte en el que se escucha la voz de Carl en un tema con influencias doo wop que fue elaborado a mediados de los años 90; tres canciones poco importantes que ya estaban incluidas en su LP rechazado “Sweet Insanity”: “Make a Wish”, “Rainbow Eyes” y “Don’t Let Her Know She’s An Angel” y algunos temas de carácter infantil, como “Saturday Morning iIn The City”, de difícil escucha sin evitar el rubor.

La impronta más “beachboyera” se encuentra principalmente en “You’ve Touched Me” y, sobre todo, en “Desert Drive”, que no es más que un autoplagio del conocido tema “409”.

Escuchar este álbum solamente provoca la recuperación inmediata de los viejos vinilos del “Pet Sounds” y “Sunflowers”, para purgar sónicamente el conocido magisterio del mejor Brian Wilson.

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