• Por Antonio Méndez

joanna newsom the milk-eye benderCrítica

“The Milk-Eye Mender” (2004) es el primer LP de Joanna Newsom, un álbum editado en el sello Drag City.

La primera escucha del disco puede resultar un tanto chocante, e incluso llevar a preguntarnos si los pitufos han dejado al vejete aquel de las barbas y resucitado a Harpo Marx para grabar un disco con un enfoque más adulto, bueno, por lo menos, con mayor imaginería lírica que las tonadas de “El Sheriff Pitufin” o “Pitu Pitufemos”.

Pero no, esa insoportable voz de niña repipi acompasada por el sonido del arpa consigue tras varias, muchas, escuchas, convertir el primer impacto insufrible en un disco minimalista, naif, íntimo, de interesantes claves poéticas, con letras en base al flujo de conciencia y una belleza casi etérea, un transporte a estampas inocentes, un canto de sirenas-niñas que comienza irritando y, en algunas piezas, termina encandilando.

La fuerza de la citada imaginería, la melodía onírica con escenas absurdas, simbólicas, ricas en iconografía, y esa amalgama entre folk, vanguardismo, sonidos medievales, canción infantil, cabaret, bluegrass y una instrumentación básica pero evocativa, con el arpa dominando casi por completo el disco, provoca que el álbum vaya ganando enteros hasta convertirse en un álbum bastante disfrutable, con ese encuentro sonoro entre Bjork, Joni Mitchell, Victoria Williams y Ruth Crawford Seeger.

Producido por Noah Georgeson, el disco, si se llega a sobrellevar la voz de su autora, la cual al final encaja a la perfección con el concepto naif del trabajo, alcanza sus cotas más altas con…

“Sprout And Bean”, bella canción de extrema delicadeza con evocativo trabajo del arpa
“The Book Of Right On”, mágica pieza que comulga folk, jazz, vals y tango
“Sadie”, corte con sabor country-folk
“En Gallop”, tema de cierto regusto oriental y extraña belleza
O la oscura balada que pone punto y final al disco, “Clam, Crab, Cockle, Cowrie”.

En ocasiones, Joanna acompaña o permuta con éxito el sonido del arpa con otros instrumentos, como el piano en “Inflammatory Writ”, animada canción que tanto podría sonar en un pub irlandés lleno de borrachos o en un cabaret lleno de… borrachos. Lo importante es tomarse unas pintas y pasarlo bien.

En “This Side Of The Blue”, Newsom se vuelve a acercar, desde su perspectiva propia, al country.
Es una balada melancólica con apariencia de canción de cuna en la que suena un órgano Wurlizter y una slide guitar.

En “Peach Plum Pear” interpreta un clavicordio en uno de los mejores cortes de este interesante disco que inicia una carrera prometedora si no cae en la autoindulgencia, conserva esas dotes líricas, y evita redundancias en propuestas sonoras.