• Por Antonio Méndez

sigur ros kveikur album review cover portada discoCrítica

“Kveikur” es el séptimo disco de los islandeses Sigur Rós, proyecto convertido en trío tras la marcha de Kjarri Sveinsson en donde cabe la psicodelia en tono ensoñador, el prog rock, el ambient pop, la new age, el rock industrial, el pop orquestal o el art pop.

El single “Brennisteinn” abre el álbum con su habitual densidad en arreglos y un potente sonido de percusión de Orri Pall Dyrason dentro de una melódica, absorbente lisergia-noise-dream pop-industrial.
El sonido abrasivo contrasta con la dulce, etérea voz de Jónsi Birgisson, cantante que seguro encantaría a Curt Boettcher para sus proyectos proto-dream pop de los años 60 Sagittarius y Millennium. Plausible tema con tramos excelentes que transmiten notable intensidad emocional y ecos también de My Bloody Valentine.




“Hrafntinna”, corte melódico, atmosférico (como todos los de la banda) de tempo tranquilo, es un dream pop con percusión marcial, campanas, falsete, espectrales arreglos vocales y esplendor orquestal que evoca un escenario funerario.

“Isjaki” es una canción más rítmica. No pierde el enfoque de ensueño ni la densidad instrumental.
Pegadizo tema pop con coros que subrayan el tono sedoso, azucarado, de su voz principal.

“Yfirbord”, con sonidos grabados revés y énfasis electrónico, es una pasable balada soft pop con empleo del cuerno.




sigur ros kveikur album review bandLlega la tormenta con “Stormur”, corte que reitera su psicodream pop afectado con destacada participación de la batería y uso del piano. La pieza que titula el disco, “Kveikur” (“Cebado” en español), recarga atmósferas ambient electropop con influencia industrial estilo Depeche Mode.

La corriente eléctrica promovida por “Rafstraumur” es un tema de épicas aspiraciones art pop, “Blapraour” alterna la morosidad cansina con la violencia de contrastes tonales, y “Var” cierra con una balada melancólica de piano.

De mediano interés, le sobra grandilocuencia y repetición en motivos y formas.