• Por Antonio Méndez

the black crowes warpaint cover portada albumCrítica

Los Black Crowes de retorno y con su rock más enraizado que nunca. Viñetas (y sonidos) de Americana, relatos de redención, encuentros apocalípticos o catarsis tras rupturas sentimentales, son algunos de los asuntos tratados por los hermanos Chris y Rich Robinson en este álbum, un disco con hard rock, southern rock, blues-rock, folk-rock, country-rock, góspel…

Sus ascendencias son tan conocidas como manifiestas: los Rolling Stones de finales de los 60 y comienzos de los 70 (principalmente piezas maestras como “Beggars Banquet”, el “Let It Bleed” o el “Exile On Main Street”), los Faces de Rod Stewart, cuando este último todavía no se había vestido de discotequero, los Humble Pie de Steve Marriott, cuando éste había dejado de vestirse de mod, los Led Zeppelin, Free y, por supuesto, bandas totem del rock sureño estadounidense, sean los Allman Brothers o los Lynyrd Skynyrd.

No es un disco que trascienda demasiado, pero se trata de un trabajo respetable que se abre con “Goodbye Daughters Of The Revolution”, canción que parece fusionar en su inicio el “Street Fighting Man” y el “Honky Tonk Women” (ambas de los Stones) y que, con una mezcla entre blues-rock, country-rock y góspel, narra la historia de un hombre paseando su locomotora oxidada por la “ciudad del serrín”. Abrir los ojos y ver la solución: gritar Aleluya y unirse a la celebración. Pues unámonos. Venga, a divertirse… No deja de ser un tema de redención en tránsito con un hombre inquietado y con sueños febriles que desea encontrar la tranquilidad jubilosa.

“Walk Believer Walk” es uno de los mejores cortes del álbum y uno de los máximos con herencia “Ledzeppeliana” o Free. Parece otro tema de redención a base de acerado blues-rock con fuzz guitar y un creyente que se topa con demonios cantarines.

Con “Oh Josephine” los Robinson se ponen melancólicos y lentos con combinación de guitarras y piano. Es una balada muy Faces o Stones de los 70 con el vocalista intentan liberarse del recuerdo de la tal Josephine, que viste de negro y tiene los ojos azules. Una moza “preciosisma”.

Con “Evergreen” y “We Who See The Deep” (una de las cumbres del disco) retoman el hard-blues-rock sureño (con lugar tanto para Free o los Rolling Stones como los Allman Brothers). Suenan poderosas guitarras distorsionadas y tempos que retienen de manera admirable el período que más les inspira como compositores.

“Locus Street” es una pieza country-folk-rock con piano, coros femeninos y repiques de mandolina; mientras que “Movin’ On Down The Line” posee un atrapante feeling con ese inicio reiterado tipo psicodelia-mantra-predicador de “It’s All Right Sisters, It’s All Right Brothers”… Tiene un crescendo y algún berrido bien empleado (bien gritado) que acrecienta la carga emocional con la música como evasión… “Keep the curtain drawn and the record on…”

Otros cortes del álbum son “Wounded Bird”, tema con ardientes guitarras que podría interpretar Aerosmith; “God’s Got IT”, con Dios puesto como remedio de todos los males en un blues-rock que mezcla a los Stones del “Let It Bleed” con los Beatles del “Let It Be”; “There’s Gold In Them Hills”, tranquila balada country-folk con alguna apariencia music-hall en una historia de cruce de fronteras y vivencias montañosas; y “Whoa Mule”, otro country-folk paradójicamente con trazos orientales en donde se acentúa más que nunca su esencia de “Americana”.

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