Crítica
Después de escuchar este disco no cabe duda que los británicos Clientele, con el cantante y guitarra Alasdair MacLean a la cabeza, saben como acariciar con refinamiento los oídos a través de sus aterciopeladas composiciones pop, delicadas, melancólicas tonadas de atmósferas ensoñadoras y tempos tranquilos.
Podrán resultar atractivas a quienes degusten las propuestas más sosegadas y agridulces de George Harrison, Belle & Sebastian, los Monkees, Simon & Garfunkel, Curt Boettcher, Big Star, Galaxie 500 o Magna Carta.
La susurrante voz de MacLean se hace notar desde su apertura con “Here Comes the Phantom”, memoria abarrocada de amores pasados con escenarios de arboleda y corazones que suenan como violines. Todo ello con ecos de los Monkees o los Millennium de Boettcher. Encantadora melodía “twee pop” con sutiles arreglos orquestales.
La delicadeza de este primer medio tiempo se reitera en “I Hope I Know You”, ensoñadora pieza construida con una sensibilidad pop propia del mago Boettcher y con arreglos complejos y lujosos estilo Zombies.
Los arreglos de cuerdas destacan en la balada dream pop “Isn’t Life Strange?”, lirismo reflexivo en soledad con reflejos de los lamentos harrisonianos.
El evocativo instrumental “The Dance Of The Hours”, dominado por los susurros de Alasdair y una bella combinación de guitarra acústica y piano, es uno de los momentos más hermosos de un álbum dominado por esa beldad en la ejecución vocal e instrumentación.
Al margen de variados tempos lentos, siempre elegantes, afligidos, melódicos, algunos con empleo del pedal steel, lo que aporta algún sabor country-pop a varios temas, el disco también ofrece canciones con ritmos más animados en piezas como “Winter On Victoria Street”, tema pop con juegos vocales; “Bookshop Casanova”, canción pop bailable de nuevo con resonancias vocales de George Harrison; o “The Garden At Night”, tema psico-garajero con riff guitarrero no muy lejano al “You Really Got Me” de los Kinks.