• Por Antonio Méndez

alcest critica discos album reviewAlcest es un proyecto individual de Neige, francés ocupado en componer, cantar y tocar todos los instrumentos de un disco que amalgama elementos dream-pop psicodélico y barroco con sonidos metal y folk-pop con ecos medievales.

Tal mezcla se establece a través de una bella conjunción etérea, delicada, con muros de guitarras fuzz, cálidos tañidos acústicos y variantes en texturas dominadas por melancolías melodías, voces tan dulces como delicadas, ambientes ensoñadores.

Aunque reiterativo en ocasiones, el disco ofrece una más que notable combinación del pop shoegaze de My Bloody Valentine, Slowdive o Ride con el rock progresivo, tan hermoso como complejo y taciturno, de los Porcupine Tree, el dream-sunshine-pop de Curt Boettcher y destellos de metal progresivo a lo Agalloch.

Los muros abrasivos de guitarras distorsionadas de parte de las piezas ofrecen un contrapunto a la voz tierna, muy pop, que arrulla con belleza las melodías de medios tiempos extensos que no permiten lugar para el sopor a causa de su interesante disposición sónica.

El disco posee tramos de sublime belleza, en ocasiones hipnótica, con pasajes que aúnan distinción con estridencia sin perder el tacto melódico y una intensidad épica manifiesta en cortes como el homónimo, la magnífica “Souvenirs d’un Autre Monde”, en donde se comulgan guitarras acústicas repicantes, una flamígera y trémula cascada de guitarreo eléctrico, voces dúctiles, una delicada melodía shoegaze.

Otro corte que trasciende dentro de un conjunto bastante aprovechable (seis canciones) es “Sur L’Autre Rive Je T’Attendrai”, en donde se remachan las características previas con el añadido de una voz femenina (la de Audrey Sylvain) que acentúa la búsqueda preciosista psico-prog del álbum.

Tampoco podemos olvidar la bella gema que cierra el disco, “Tir Nan Og”, canción que embelesa por sus delicadas, luminosas texturas de base folk-pop, que tanto nos llevan con su melodía a fiestas del medievo en salones espaciosos, como nos transporta a una nocturna danza tribal con su percusión, sin olvidar en la producción los coros mágicos de Audrey y el elegante trabajo en la guitarra acústica en la mitad de la pieza.