• Por Antonio Méndez

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Aquí tenemos de nuevo a Beck Hansen dos años después de “The Information” con un nuevo álbum, “Modern Guilt”, disco que parece conceptuado en torno a una distopía futurista de imágenes líricas sombrías y desalentadoras.

Esta imaginería contrasta con la luminosidad que aportan algunas de las piezas influenciadas notablemente por la psicodelia de finales de los 60, sin olvidar tampoco la ascendencia del garage-rock del mismo período filtrado en ocasiones con su querencia experimental (nutrida básicamente por su colaborador en la producción, Danger Mouse, conocido miembro de Gnarsl Barkley).

Es un disco disfrutable con un inicio sensacional. “Orphans”, con un texto que ubica a un varado personaje narrador en un extraño entorno natural desconocido, es un corte psicodélico con apoyo vocal de Cat Power. A destacar las variantes melódicas con armonías en tono melancólico, el ritmo deudor de la Motown, y un outro excelente con delicados juegos vocales de la California sesentera con fondo de un clavicordio barroco.

“Gamma Ray” es una excelente recuperación del surf-garage-rock 60’s tipo The Ventures con un agitado ritmo, arreglos vocales lisérgicos y un escenario de carretera con conducción en Chevrolet. Fenomenal tema este “Gamma Ray” continuado en su goce por el single “Chemtrails”, una maravilla psicodélica con la que Beck vuelve a mostrarse conquistado por el pop psicodélico 60’s con textos de ambientación submarina y sonidos que ofrecen una hipnótica mezcla entre los Zombies de la joya “Oddessey and Oracle”, los primeros Pink Floyd y los proyectos sunshine pop de Curt Boettcher. Una exquisitez melódica y arreglos propios de la lisergia barroca de los 60.

“Modern Guilt”, tema sobre culpas y malentendidos, es una canción que mixtura el glam-rock de los Sweet con la new wave de Soft Cell. Posee una simple pero ornamental guitarra sobre el estribillo, y un final orquestal con laxitud en la voz que podría servir de fondo sonoro para una película soft core italiana.

En “Youthless” Beck nos muestra su faceta más electrónica hiphopera con un corte disco funk robótico con algún ambiente espacial. No cabe duda de que domina los ritmos con talento y sabe crear estribillos en cualquier estilo que acometa.

En “Walls”, canción con potentes y secos golpeos de batería, aparece de nuevo la voz femenina de Cat Power y se escuchan violines que evocan sonidos folk del este de Europa.

“Replica”, ironía sobre la deshumanización en ambientes distópicos, es el corte más experimental con drum & bass y oceánicas capas de sonidos psicodélicas.

Es “Soul of a Man” un blues-rock garajero con distorsión a lo Jon Spencer, mientras que “Profanity Prayers”, canción cantada en falsete, oferta un habilidoso cruce entre acid rock y bubblegum.

El disco, bastante corto, termina con “Volcano”, un tema con encuentro fantasmal y veredas sin destino en el que un descontento Beck (uno de los músicos más interesantes del período) afirma que está cansado de la maldad y de todo lo que la alimenta (hay incluso apuntes de suicidio), es una notable balada con buena labor melódica y cuidados arreglos vocales.

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