• Por Antonio Méndez

edgar-allan-poe-hans-pfaall-critica-reviewSinopsis

En Rotterdam y ante una multitud, un extraño ser ha descendido de un globo hecho con periódicos sucios.
Lleva una carta para entregar al burgomaestre Mynheer Superbus von Underduk y al profesor Rudadub, ambos miembros del Colegio de Astronomía de la ciudad holandesa.
Esa carta es de Hans Pfaall, un hombre desaparecido desde hace cinco años tras empobrecerse y ser perseguido por acreedores.
En el texto, Pfaall cuenta como tras leer un tratado de astronomía especulativa, decide huir a la luna creando un globo con sus nuevos conocimientos científicos.

Crítica

Este subestimado cuento de Edgar Allan Poe, aparecido en el año 1835 en la publicación Southern Literary Messenger y muy diferente al grueso de sus narraciones, es un texto influyente y precursor de obras de ciencia-ficción mucho más conocidas (entre ellas el “De La Tierra a La Luna” de Julio Verne) que muestra, además del gran talento literario de su autor, una erudición astrofísica, dentro de su contexto histórico, manifestada en las referencias y en la prolijidad de las descripciones del viaje del protagonista.

Seguro que tales descripciones pueden aburrir a muchos (la carta es muy larga), pero la capacidad de Poe para adentrar con densidad al lector en el viaje espacial experimental ligado a conceptos y magnitudes científicas es extraordinaria.

Si el lector se cansa, se desapega de tanto detalle de “ciencia dura”: datos, números, medidas, órbitas, perineos, condensadores… mejor abandonar el viaje.

En el trayecto, el bostoniano cita a Louis Joseph Gay-Lussac y a Jean-Baptiste Biot, al cometa Encke, a Otto Llillienthal o a Benjamin Valz, abordando en el epílogo-ensayo el escándalo de Richard Adams Locke y John Herschel con sus fraudulentas “observaciones” lunares.




También le da tiempo para, dentro de estos viajes lunares ficticios, recomendar un libro francés sobre las aventuras de un español, Dominique González, en el siglo XVII, y otros nombres en torno a epopeyas selenitas.

La ciencia-ficción como “jeu d’esprit”, juegos mentales buscando verosimilitud, como así define Poe a su libro, conocido también en algunas ediciones como “Las Aventuras De Hans Pfaall”.

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