La educación de la mujer no puede llamarse tal educación, sino doma, pues se propone por fin la obediencia, la pasividad y la sumisión.
La dictadura es como una aria y nunca llega a ser ópera.
La educación de la mujer no puede llamarse tal educación, sino doma, pues se propone por fin la obediencia, la pasividad y la sumisión.
La dictadura es como una aria y nunca llega a ser ópera.