• Por Antonio Méndez

Crítica

Nueva entrega de Dave Grohl con sus Foo Fighters, respetable continuación del legado Nirvana con orientación propia, que tanto retoma la energía hard-rock de unos Led Zeppelin con desaliño post-grunge, como se sitúa en el power-pop, en la balada nostálgica FM, o en los sonidos acústicos de base folk. Siempre con un poso melódico de notable nivel y una escritura alejada de la aburrida linealidad que significa a muchas bandas similares y/o copiotas.

En “The Pretender” se asientan en la primera vertiente, con una pieza hard-rock de guitarras urgentes, contundente percusión, rabiosa vocalidad, varianzas de tempo que sosegan puntualmente la bravura rítmica, juegos vocales, y un estribillo directo que parece contener o un mensaje político, o unas reflexiones sobre la propia fortaleza individual tras el abandono o liberación amorosa.




“Let It Die”, canción presuntamente dedicada a Kurt Cobain, es un tema antidroga –“venas bonitas y ojos inyectados en sangre, ¿por qué tuviste que marcharte dejándote morir?”- con un inicio acústico-folk, muy melódico y repicante, que en un fenomenal crescendo acentúa la emocionalidad cen un clímax eléctrico y acerado.

Grohl busca tu atención en “Erase/Replace”, tema hard-rock de lírica baladí pero de fibroso trabajo instrumental, con guitarras zumbantes, un espléndido trabajo de Taylor Hawkins en las baquetes, y un atractivo cambio de tempo que incluye dulces armonías vocales.

En “Long Road to Ruin”, tema de sugestivo puente y estribillo pero de rutinarias estofas, se acerca más al AOR-FM de un Bon Jovi que al power-pop de unos Badfinger o Big Star, al igual que en “Come Alive”, balada melódica acústica-folk con mayores cercanía a un Alan Parsons Project de su etapa comercial (no el prog-rock) que a Neil Young. Destaca esta última tanto por la beldad melódica como por los contrastes, tanto de voz como de instrumentación (la electricidad brilla en su parte final).




“Stranger Things Have Happened” es una balada acústica con guitarra de cierto parecido con el “Come As You Are” de Nirvana, y una temática de crisis amorosa en vísperas de arreglo, bastante similar a la pieza previa. Posee un meritorio progreso melódico, al igual que la impetuosa “Cheer Up, Boys”, pegadizo y soleado power-pop con coros (“Stop, Stop, Stop”) e inmediato y aguerrido estribillo.

“Summers End”, pieza de guitarras quebradas, es un tema que podría grabar Neil Young con los Crazy Horse en el 69-70, acompañado por las armonías vocales de Crosby, Stills & Nash; mientras que la instrumental acustica “Ballad of the Beaconsfield Miners” exhibe un virtuosismo guitarrero propio de un Page en sus incursiones más folkie británicas.




El final del disco es un tanto blando y radiofónico, con “Statues”, pop-rock con piano a lo Todd Rundgren o Paul McCartney última etapa Wings; “But, Honestly”, con una primera mitad rutinaria sublimada por su tramo final de transición rítmica con endurecimiento instrumental y juego vocal; y “Home”, balada de piano melancólico-nostálgica que aunque lo intenta no trasmite emoción alguna.

Ir a la biografía AlohaCriticón de Foo Fighters