• Por Antonio Méndez

emerson lake palmer 1970 album review criticaCrítica

Cuando surgió el punk británico a finales de los 70 parecía que tocar un tema de más tres acordes fuese considerado un delito, principalmente porque sus protagonistas no sabían tocar más que esos escasos acordes.

Este hecho condenó al ostracismo a las bandas progresivas, míticas de los primeros años 70 compuestas por grandes virtuosos instrumentales que expandieron las bases del rock’n’roll en temas, generalmente extensos, que fusionaban la música moderna, principalmente el hard rock, con el jazz y la música clásica, ofertando también originales panoramas sónicos con experimentación con nuevos instrumentos.

El supertrío Emerson, Lake & Palmer estaba compuesto nada más y nada menos que por el ex líder de The Nice, el teclista Keith Emerson, el miembro de King Crimson, cantante, bajista y guitarrista Greg Lake, y el batería de Atomic Rooster, Carl Palmer. Tres dotados músicos cuya simbiosis instrumental causó furor en todo el mundo tras su actuación de presentación en vivo en la Isla de Wigh.




Estamos en 1970 y una serie de formaciones intentan dotar al rock de un calado más artístico, dilatando el significado del mismo a esferas más sesudas y complejas, y generalmente desarrollando sus ideas a nivel conceptual.

El mayor error de estos divos progresivos fue la pretenciosidad y la indulgencia mostrada en algunos discos, principalmente en la etapa posterior a su formación. El estilo es principado semioficialmente con los trabajos de The Nice, Procol Harum o Moody Blues y establecido definitivamente a finales de los 60 y comienzos de los 70 por bandas como King Crimson, Jethro Tull, Yes o ELP, quienes debutaron con este disco, uno de los más populares del terceto.

En “The Barbarian” mixturan de manera brillante y dinámica el hard rock con el “Allegro Barbaro” del compositor húngaro Bela Bartok. Iniciada la pieza con una fuzz guitar el desarrollo es un vehículo principal para las habilidades en el órgano y el piano de Keith Emerson, destacando también el nervudo trabajo en la batería de Palmer.



“Take a Pebble” es una extensa, melódica composición de Greg Lake, quien demuestra que posee una excelente voz. Dúctil canción de variados tempos, rica en creación atmósferica, contiene aquietados pasajes de guitarra acústica, con incluso algún guiño al country-folk, e inquietos pianos de tendencias jazz.

“Knife Edge” es un tema hard rock progresivo con algún tempo que podrían encajar en el disco debut de Black Sabbath (publicado el mismo año) e influencia clásica de la “Sinfonietta” de Leos Janacek.

“Three Fates”, pieza dividida en tres partes, “Clothos”, “Lachesis” y “Athropos”, parece fusionar el rock, con Miklos Rosza y Johann Sebastian Bach, con Emerson demostrando que es todo un experto en los teclados y que si se pasa de experto puede llegar a convertirse en onanista instrumental y terminar aburriendo como en esta ocasión.

“Tank”, un tema también un tanto indulgente, es destacado por el empleo de los sintetizadores (toda una novedad en el momento con el empleo dado por Emerson en las composiciones del grupo) y el solo de batería de Carl Palmer, un gran instrumentista bastante infravalorado que demuestra que podía competir con cualquiera en las baquetas.

La canción más comercial del álbum, muy deudor de la época en la que fue grabado, es la que cierra el mismo, “Lucky Man”. ELP se olvidan de complejidades y componen una hermosísima balada acústica de naturaleza medieval que exhibe la notable capacidad melódica de Lake, unas preciosas armonías vocales y un solo de Moog por parte de Emerson que provocó bastante impacto en su momento.


Un disco a veces brillante, otras pomposo y autocomplaciente, pero significativo del estilo y la época en que fue grabado.
Eso sí, la gente que solamente se alimente de hardcore, punk, metal, hip hop o teen pop, mejor que no se acerque ni de lejos a su sonido.