Dirección: Todd Field.
Intérpretes: Cate Blanchett, Nina Hoss, Noémie Merlant, Sophie Kauer.
Con guión de Todd Field (“Juegos Secretos”).
Sinopsis
Lydia Tár (Cate Blanchett) es una pianista estadounidense que ha logrado el reconocimiento internacional con su labor como directora de orquesta, llegando a dirigir la prestigiosa Orquesta Filarmónica de Berlín.
Lydia, casada con la violinista Sharon Goodnow (Nina Hoss), prepara también un libro y decide sustituir a su director asistente, Sebastian Brix (Allan Corduner), al tiempo que inicia la elección de un violonchelo solista para ejecutar una pieza de Edward Elgar que acompañe a la Sinfonía Número 5 de Gustav Mahler.
Su vida profesional se ve alterada con la vuelta a su presente de Krista Taylor (Sylvia Flote), exbecaria de Lydia, cuyo fracaso personal y profesional achaca a su mentora.
Crítica
Drama psicológico con centro en un interesante personaje femenino en el que se tratan temas como el poder, la culpa, el control, la ambición, el abuso, la corrupción del debate moral…
Estos son algunos de los asuntos que esta película aborda, enlazados y tratados con sutileza y múltiples aristas.
Todd Field establece una crítica elegante, sutil, ecuánime… pero mordaz, al poder, a la cultura actual, a la condena pública y mediática de las redes sociales, a los medios de comunicación.
Se plantean muchas cuestiones y las respuestas se las deja al espectador.
La elección de una mujer lesbiana como protagonista elimina el debate de sexo y ataca de raíz a los mecanismos de poder, proponiendo un planteamiento arriesgado.
Cate Blanchett ocupa la pantalla casi en todo el metraje de la película.
El personaje, lleno de matices, parece estar hecho a medida de su protagonista.
Su presencia, su seguridad, hace entender el poder de su protagonista, que domina casi cada plano.
Controla los gestos, las emociones medidas.
Su interpretación es impecable, como un mecanismo de relojería.
El resto del reparto acompaña bien a la protagonista.
El film se toma tiempo para presentar a la protagonista.
Planos largos, pausados, elegantes, minuciosos, una entrevista, una clase magistral en la que surge la política de identidad con Tár/Blanchett intentando buscar contradicciones, buscando separar arte de artista sin caer en tópicos moralizantes.
No hay buenos ni malos, todo tiene matices.
Con el paso de los minutos se intuyen los conflictos subyacentes, mucho más complejos de lo que parece en torno a una visión pesimista del presente y futuro de la sociedad y la cultura, acelerándose en la media hora final sin caer en sermones ni subrayados.
La fotografía, música y dirección artística conciben una estética elegante y aséptica, con tonos blancos, grises y negros.
Colores fríos, espacios amplios, limpios, modernos, acompañando de forma acorde lo que pretende exponer el film.
Los sonidos reflejan bien los miedos y manías de la protagonista.
Todo resulta acorde al mundo interior de la protagonista, una mujer elegante, ácida, controladora, maniática, dominante, brillante… que cree firmemente en la meritocracia.
El montaje, los sonidos nocturnos, las imágenes oníricas con la presencia casi fantasmagórica de Krista Taylor, la sombra de un ser desaparecido de forma trágica que va minando poco a poco a la protagonista, dejándose entrever en sus relaciones familiares y profesionales, dándole un toque de película de terror fantasmagórico que no termina de resolverse.
La historia termina con un clímax disonante, irónico, adecuado y significativo.
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