• Por AlohaCriticón

JINDABYNE (2006)

Dirección: Ray Lawrence.

Intérpretes: Laura Linney, Gabriel Byrne, Chris Haywood, Deborra-Lee Furnes.

Stewart Kane (Gabriel Byrne) regenta una gasolinera en la pequeña población

australiana de Jindabyne.

Durante unas jornadas de pesca con sus amigos, un inesperado descubrimiento

y su comportamiento respecto al mismo, bastarán para desestabilizar los

cimientos de la relación con su mujer, Claire (Laura Linney).

A Ray Lawrence, junto a Rob Sitch (“La luna en directo” (2000)), se le puede

considerar de lo mejorcito que ha parido el cine australiano de finales del

siglo veinte.

Después de filmar un interesante trabajo como era “Lantana” (2001), Lawrence

opta por otro título breve y enigmático, aunque en esta ocasión el resultado

se encuentre un peldaño por debajo.

“Jindabyne” responde al topónimo de un enclave ubicado en el más antiguo

estado del país de los koalas y canguros: Nueva Gales del Sur.

Un lugar en donde, como suele ocurrir en los pueblos, todo y todos se

conocen, las susceptibilidades raciales respecto a los aborígenes todavía

subsisten y la práctica de la pesca a mosca, tan cinematográficamente

atractiva como lo plasmara Redford en “El río de la vida” (1996), es una de

las principales aficiones de sus habitantes.

“Jindabyne” no es sino la adaptación que la dramaturga Beatrix Christian

hace del cuento de Raymond Carver titulado “So much water so close to home”,

y que ya fuera apuntado por Robert Altman en “Vidas cruzadas” (1993).

Con ciertas reminiscencias o antecedentes con “Río salvaje” (1960), en la

que las aguas debían cubrir los terrenos en los que habían morado durante

siglos generaciones de familias, “Jindabyne” es una película de miedos y

fantasmas; del temor de una madre ante un nuevo embarazo o ante la presencia

de un extraño que se acerca a su hijo; de la desesperación de una abuela en

la educación de su nieta; o de las dudas que se suscitan ante un macabro

hallazgo.

Todo eso se puede encontrar en “Jindabyne”, un ejemplo de una abigarrada

sociedad mostrada con la excelencia interpretativa de dos grandes como Byrne

y Linney y la seriedad y buen gusto de Lawrence, que utiliza unos elegantes

y efectivos fundidos para encadenar las distintas secuencias.

Alberto Alcázar

Enlaces

Laura Linney

Gabriel Byrne

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