Sinopsis
En un futuro con los países norteamericanos formando una federación llamada ONAN somos partícipes de vivencias en la Academia de Tenis Enfield, fundada por la familia Incandenza, y en el centro de rehabilitación de drogas Ennet House.
Crítica
Antes de suicidarse a los 46 años, David Foster Wallace dejó escritos algunos de los textos más importantes de la novela estadounidense de la segunda mitad del siglo XX, el más conocido su extensa novela “La Broma Infinita (Infinite Jest)” (1996).
El libro, con etiqueta de post-moderno, es una ambiciosa historia sobre adicciones, frustraciones, hedonismo, competitividad, disfunciones, entretenimientos… Evoca en su título al “Hamlet” de William Shakespeare y en su estilo la visión satírica con humor negro y rasgos de ciencia-ficción de Kurt Vonnegut o la complejidad narrativa de Thomas Pynchon.
Aunque la densidad con interés desigual sobre un fundamento de instantáneas, sensaciones y observaciones sin comienzo ni conclusión, o la exaltación pretenciosa de la técnica-concepto sobre la profundidad psicológica, puedan limitar su atractivo al lector medio, “La Broma Infinita” es una disfrutable tragicomedia filosófica con pintorescos personajes que utiliza un escenario social distópico como experiencia épica de metaficción; una catarsis emocional de su depresivo autor sobre dependencias interrelacionadas con una exposición tan ambiciosa como sugestiva. Recomendable.