Dirección: Autumn de Wilde.
Intérpretes: Anya Taylor-Joy, Johnny Flynn, Bill Nighy, Mia Goth.
Con guión de Eleanor Catton.
Sinopsis
Inglaterra, siglo XIX.
Emma Woodhouse (Anya Taylor-Joy) es una joven inteligente, rica, atractiva, que vive en una mansión en la campiña junto a su padre (Bill Nighy). Regularmente, la pareja, que acaba de acudir a la boda de su institutriz (Gemma Whelan) con el señor Weston (Rupert Graves), es visitada por George Knightley (Johnny Flynn), el cuñado de su hermana.
Emma disfruta emparejando a sus vecinos, siendo su siguiente objetivo casar a Harriet Smith (Mia Goth) con el vicario Philip Elton (Josh O’Connor), a pesar de que Harriet siente afecto por el granjero Robert Martin (Connor Swindels).
Crítica
“Emma.” es una adaptación de la novela homónima de Jane Austen con el protagonismo de una joven rica, inteligente, vanidosa y manipuladora, empeñada en hacer de casamentera de sus allegados.
Su actitud provoca en su entorno una serie de enredos que le harán reflexionar sobre su propia vida y sus relaciones.
Sus acciones le llevan a comprender que debe afrontar sus propias necesidades emocionales en vez de entrometerse en las de los demás. Es un proceso de aprendizaje que le hará madurar y le enseñará a ser más humilde.
El reparto es acertado.
Todos están en armonía con la película, destacando la protagonista Emma interpretada por Anya Taylor-Joy, la ingenua Harriet (Mia Goth), el señor Woodhouse (Bill Nighy), Johnny Flynn en la piel del señor Knightley y el vicario Elton (Josh O’Connor) en un registro muy cómico.
Los personajes están bien captados aunque en algunos casos les falta desarrollo y profundidad, especialmente a algunos secundarios, como Jane Fairfax (Amber Anderson), Frank Churchill (Kallum Turner) o no tan secundarios pero un tanto relegados en la historia.
La película es agradable, ligera, entretenida, sabe combinar el romance con la sátira y el enredo.
Destaca en especial su aspecto visual, con la pantalla llena de colores pastel, coloridos paisajes de la campiña inglesa, lujosas estancias de mansiones, un lujoso vestuario, árboles de glicinias, peinados, tejidos, joyas, ornamentos.
Esa apuesta por la estética y la sátira nos distancia de algunos personajes, aunque a medida que avanza la historia se van viendo vulnerabilidades, se adquiere mayor dramatismo y matices, aunque sin llegar a profundizar demasiado en los sentimientos.
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