Dirección: Pierre-Paul Renders.
Intérpretes: Benoit Verhaert, Magali Plingaut, Aylin Yay, Micheline Hardy.
Durante los últimos ocho años, Thomas (Benoît Verhaert) no ha salido de su casa debido a su aguda agorafobia, causada por una crisis de pánico. El videoteléfono es el único medio que permite a Thomas relacionarse con el mundo exterior.
“Tomás Está Enamorado” es una coproducción de Bélgica y Francia fechada en el año 2000, y que no ha sido estrenada hasta pasados seis años desde su realización. Película, pues, inédita que, no obstante, recolectó una serie de galardones en distintos festivales a los que acudió, como Venecia, Montreal o Bruselas, entre otros.
Pierre-Paul Renders dirigió este experimento cinematográfico apoyado en un guión desarrollado por Philippe Blasband, cuyo principal protagonista, el mismo al que alude el título, permanece en la práctica totalidad de la narración fuera de cuadro.
Ubicada la acción en un hipotético futuro, y utilizando Renders el plano subjetivo, se hace partícipe al espectador del “modus vivendi” de una persona afectada por la fobia a los espacios abiertos.
Gracias a la tecnología, nuestro hombre puede mantener un contacto que, entre otras utilidades, le sirve para solicitar el servicio de mantenimiento de su equipamiento domótico, efectuar las consultas con su psicólogo, desfogarse mediante las pertinentes aplicaciones destinadas al cibersexo o, porqué no, enamorarse.
“Tomás Está Enamorado” es cine que escapa de la convención y que, en consecuencia, queda impregnado de pura originalidad. Hasta ahí, todo correcto.
Sin embargo, la cansina fórmula seguida para plasmarse en pantalla, como por ejemplo las continuas conexiones y desconexiones del videoteléfono o el desfile de los diferentes personajes mirando directamente a la cámara a lo largo de los noventa y pocos minutos de duración del filme, hace que, instintivamente, el respetable quiera también interrumpir, en algún momento, la proyección.
Al fin y al cabo, aún con su planteamiento innovador, “Tomás Está Enamorado” no puede evitar el trasfondo clásico en su argumento, cual es, que toda solución final pasa por el amor.
Alberto Alcázar