Crítica
El comienzo de la etapa dorada de David Bowie y el disco (hasta la fecha de su edición) de mayor protagonismo rockero de su carrera en solitario.
Es un trabajo clave ya que en él participa por primera vez el guitarrista Mick Ronson, colaborador básico de su sonido 70’s.
“The Width Of A Circle” es una larga, intensa pìeza que sirve de introducción a otras fenomenales composiciones de un Bowie creciendo cada vez más como autor e intérprete con mezcla de sonoridades hard rock, blues, folk y psicodélicas. “All The Madmen”, “Black Country rock”, “After All”, “Running Gun Blues” o la extraordinaria “The Man Who Sold The World”, gran canción que conoció más tarde una lograda versión de Nirvana, son los mejores pasajes de este notable álbum de portada andrógina con fotografía de Keith “Keef” McMillan e influencias de Led Zeppelin, The Stooges o Jimi Hendrix.