UN REY EN LA HABANA (2005)
Dirección: Alexis Valdés.
Intérpretes: Alexis Valdés, José Téllez, Yoima Valdés, Alicia Bustamante.
Papito (Alexis Valdés) es un actor cubano enamorado de la hermosa Yoly (Yoima Valdés), con la que lleva manteniendo relaciones desde que eran adolescentes en el barrio del “Palo Cagao” de La Habana. Su dicha amorosa termina cuando la madre de Yoly, La Caimana (Alicia Bustamante), le tiende una trama para que aparezca con una exuberante vecina y Yoli lo abandone por un acaudalado español que desea casarse con ella y llevarla a España.
La tragedia acontece cuando tras la primera noche juntos el millonario fallece por una sobredosis de estimulante sexual y la familia de la muchacha requiere a Papito a hacerse pasar por el muerto y viajar con Yoly a España.
Comedia de falsa identidad, una especie de subgénero humorístico con “Con faldas y a lo loco” como gran obra maestra en la cual el protagonista o protagonistas principales asumen conscientemente, (sino se trataría de equívocos), una personalidad ajena o simulada que conlleva una serie de situaciones humorísticas derivadas de tal suplantación.
Todo ello, si se sabe y se tiene un mínimo de capacidad, operado con un sentido del enredo que provoque mediante engaños y demás ardides truhanescas el desarrollo de una acción disparatada, que puede, o no, contener algún retazo romántico, mejor cuando el mismo es tratado de una manera cínica y, cuasi bufonesca, para poder compactar el tono general del relato cinematográfico.
“Un rey en La Habana”, primera película dirigida por Alexis Valdés, intenta seguir estas pautas clásicas pero el guión es sumamente pobretón con la astracanada mal entendida como improbable referencia (porque la astracanada de Arniches ha dado muy buenos momentos), los personajes resultan caricaturescos y maniqueos con una construcción que se sirve de los asuntos más triviales y cerriles derivados del afán, con apuntes presuntamente críticos, de salida y entrada de los diversos protagonistas de la isla caribeña (inmigración, picaresca situacional, conveniencias varias, sexualidad habanera…), culminando con una concesión al final feliz poco estimulante.
Los actores y actrices que participan solamente remedan y explotan tipologías propias conocidas por todo quisqui en el mismo u otro medio audiovisual, y la trivial capacidad narrativa cinematográfica de Valdés, quien básicamente enlaza gags de mediana gracia, no logra su objetivo de conformar una película que vaya más allá del entretenimiento chusquero y la posible ubicación de su cartel o similar en una probable camiseta promocional maravillosamente estampada por delante y por detrás.
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