H6: DIARIO DE UN ASESINO (2005)
Dirección: Martín Garrido Barón.
Intérpretes: Fernando Acaso, Raquel Arenas, María José Bausá, Xénia Reguant.
En la sexta habitación de una pensión heredada de su tía, es donde Antonio
Frau (Fernando Acaso) lleva a cabo macabros crímenes en los que sin piedad
tortura a decenas de prostitutas.
Amparado bajo una teoría pseudo-científico-filosófica, éste cree que al ser
un ser superior, es su misión redimirlas de sus pecados, mediante la
salvación que en ellas provocará una muerte dolorosa.
“H6: Diario de un asesino”, supone el debut detrás de las cámaras de Martín
Garrido Barón, quien además de vencer los escollos – sobre todo con su
conciencia- para sacar adelante su largometraje, ha contado con problemas
añadidos, ya que vertiendo hirientes críticas hacia su productor, ha dejado
patente su insatisfacción con gran parte del trabajo tras la “mutilación”
sufrida por la película a manos del departamento de producción, a quienes ha
acusado de falta de sensibilidad con la película – quizá los únicos que
hayan tenido algo de clarividencia al recortar el metraje en más de cuarenta
minutos- .
Asistimos atónitos e indignados una vez más a otro fiasco “made in Spain”;
en el que de nuevo se cuestiona la paciencia y la inteligencia del
espectador; harto ya de que le tomen el pelo en producciones carentes de la
más mínima coherencia, rigor interpretativo y con guiones más propios de
jóvenes que aún no dominan las normas básicas del uso de la lengua, que de
un director de cine por muy inexperto que aún sea en estas lides.
Bochornoso espectáculo de principio a fin. Comenzando por una penosa
selección de actores: el protagonista – Fernando Acaso-, mejor que se
hubiera quedado presentando espectáculos nocturnos tan zafios y pretenciosos
como la película; y el resto de satélites secundarios tan sobre actuados
como absurdos que en situaciones de pretendida – y no conseguida- carga
emotiva, inducen el pensamiento – escalofriante- del nivel que tendrían
aquellos que quedaron atrás en las etapas del casting.
El guión, tan burdo
que explica de manera paupérrima y tediosa las carencias que tienen las
imágenes – que por una vez no cumplen aquello de “que una imagen vale más
que mil palabras”- que resulta tan agotador como irritante. La -mal
pretendida- utilización de luces y sombras que lleva al espectador a una
desesperación casi crónica durante la primera mitad de la película. Y un sinfín de despropósitos que llevan al deseo recurrente de que el protagonista
consume su hilera de asesinatos para que por fin enciendan las luces y nos
podamos ir a casa, olvidando todo lo que hemos visto y oído en la película.
Si ustedes poseen una mediana inteligencia y dos dedos de frente; y sobre
todo si no quieren sentir que les han robado el dinero de la entrada – que
no devuelven por muy horrible que resulte la película. Comprobado-, no
pierdan ni tiempo ni dinero en ver esta “super” producción digna del estudio
de un psicólogo.
Cristina Gómez