Dirección: Nick Bruno y Troy Quane.
Intérpretes: Película de animación.
Con guión de Robert L. Baird (“Ferdinand”) y Lloyd Taylor (“Espías Con Disfraz”).
Sinopsis
Una niña llamada Nimona, con capacidad para metamorfosearse, ayuda a un caballero, Ballister Boldheart, a limpiar su nombre tras ser acusado de matar a la reina en el momento de ser nombrado caballero.
Crítica
Adaptación de un cómic de ND Stevenson por parte de Annapurna Pictures.
Tiene la particularidad de que su protagonista masculino es homosexual y el femenino se metamorfosea, creando una aventura en un futuro de motivos medievales, con lugar para la anacronía en diferentes vías, por su puesto la tecnología y, por ejemplo, la música (suenan Judas Priest o Metric)
La historia, en su faceta de acción y aventura en modo fantástico, se motoriza por el clásico tema de falso culpable en busca de probar su inocencia al tiempo que es perseguido por el poder tiránico que tanto traiciona como engaña en sus propósitos malévolos.
La animación es excelente, vivaz, llena de color (destacando el rosa en las transformaciones animales); y la pareja inusual en contraste creada tiene chispa.
Otro tema del film es la concepción general del héroe o villano, del monstruo, desde perspectivas interesadas que controlan la opinión de la gran y manipulable masa para etiquetar, alabar o despreciar. ¿Quién es el verdadero monstruo?
La niña que titula la película, Nimona, es avispada, descarada, impulsiva,… pero con un fondo dramático de marginación, de tragedia, que modula su comportamiento y que progresivamente va asomando en la historia hasta su “liberación”.
Una pena que la trama sea demasiado simple y muy previsible.
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