Dirección: James Mangold.
Intérpretes: Harrison Ford, Phoebe Waller-Bridge, Mads Mikkelsen, Boyd Holbrook.
Con guión de James Mangold (“Logan”), Jez Butterworth (“Al Filo Del Mañana”), John-Henry Butterworth (“Caza A La Espía”) y David Koepp (“Spider-Man”).
Sinopsis
Segunda Guerra Mundial, año 1944.
Indiana Jones (Harrison Ford), junto a su amigo Basil Shaw (Toby Jones), pugnan con los nazis por la posesión de la lanza de Longinos, aunque finalmente el objeto es simplemente una réplica.
Uno de esos nazis es Jürgen Voller (Mads Mikelsen), quien posee la mitad del dial de Arquímedes, reliquia que puede generar saltos temporales.
Nueva York, año 1969.
Indy se despierta el día de su jubilación como profesor universitario. A su clase asiste Helena (Phoebe Waller-Bridge), hija de Basil y ahijada del propio Jones, quien pretende recomponer el dial de Arquímedes.
Voller, ahora llamado Schmidt, trabaja como físico para la NASA, participando en la llegada a la Luna, y también pretende el dial con un objetivo: volver a la época nazi para poder ganar la guerra evitando errores de Adolf Hitler.
Crítica
James Mangold (“Logan”) se ocupó de la quinta entrega de las andanzas por el mundo de Indiana Jones/Harrison Ford, ahora en modo crepuscular pero con motivos, tics y fobias similares a los de sus años mozos, recuperados en su prólogo con inteligencia artificial.
El héroe Ford, tanto de mediana edad como de jubilado, cumple, al igual que el villano Mads Mikkelsen.
En esta ocasión, el macguffin de la trama es un objeto “histórico” que ofrece la posibilidad de viajar en el tiempo, ligando a los nazis con el sitio de Siracusa y los tiempos de la llegada a la Luna, la explosión rock 60s (suena el “Magical Mystery Tour” de los Beatles) o las protestas contra el Vietnam.
Todo ese mejunje en mezcla superficial y arbitraria.
Su cruce de acción, aventura y humor en distintas localizaciones (Marruecos, Grecia, Sicilia…) da lugar a largas secuencias agitadas entre bandos, con persecuciones en tren, caballos por el metro, callejeos con tuk tuk, escenas subacuáticas, guerras con romanos… en donde brillan los aspectos técnicos y la capacidad de Mangold para manejar con intensidad la acción.
Una pena la escasa química entre Harrison Ford y Phoebe Waller-Bridge, el acomodo de los conflictos de forma simplona (llegan los “buenos” a un sitio y aparecen los “malos” sin más explicaciones), la nula trascendencia de gran parte de los secundarios, lo forzado del aspecto sentimentaloide-nostálgico y, a pesar de tanto trajín y lugares varios, una trama que no es interesante ni resulta creativa.
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