Dirección: Christopher Nolan.
Intérpretes: Cillian Murphy, Emily Blunt, Robert Downey Jr., Matt Damon.
Con guión de Christopher Nolan (“Dunkerque”).
Sinopsis
Segunda Guerra Mundial.
El físico teórico J. Robert Oppenheimer (Cillian Murphy) es requerido por el gobierno de los Estados Unidos, concretamente por el general Leslie Groves (Matt Damon) para que trabaje en la creación de una bomba atómica.
Junto a otros científicos, Oppenheimer crea una ciudad de trabajo en Los Álamos para desarrollar el denominado Proyecto Manhattan. Con el transcurso del proceso y sus vínculos políticos, Oppenheimer es visto con sospecha como un posible agente de la Unión Soviética.
Crítica
Película biográfica de J. Robert Oppenheimer desde la mirada intrincada de Christopher Nolan, excesivo en metraje pero de relevancia en su nexo de drama psicológico, intriga política y docudrama.
Nolan, con un reparto estelar, estructura la reconstrucción del Proyecto Manhattan en fusión y fisión, con dos perspectivas (la del protagonista y la de Lewis Strauss) sobre los mismos hechos empleando distinta fotografía (una en color, otra en blanco y negro).
Aunque en apariencia resulta profunda, con saltos temporales, primeros planos sostenidos sobre Cillian Murphy que recargan sentimientos de culpa y conciencia, diálogos con jerga científica sobre física teórica, cuántica, energía … su trama es esquemática siguiendo a Oppenheimer, como el nuevo Prometeo, y su contexto académico, científico, social, ideológico, de pareja, de amante, con muchos personajes y caracterizaciones plausibles, en especial la del propio Murphy como protagonista y la de Robert Downey Jr. como Strauss.
Es en esencia una historia de crisis de conciencia, de culpa y de venganza dentro de un entramado complejo de construcción para destrucción.
Existen matices en torno a la colisión entre ciencia y política, entre ideología y persecución política, entre ciencia y militarismo, con un escenario tenso de guerra caliente, preludio de guerra fría, que da lugar a toma de decisiones arriesgadas, a la asunción de responsabilidades, a conflictos morales o al choque de personalidades en un trabajo en equipo.
Aunque las propuestas temáticas y su materialización estético-narrativa no resultan originales, aunque se obvian enfoques más allá del punto de vista estadounidense, y aunque se redunda en los recursos de interrogatorio-testimonios, Nolan sabe intensificar las emociones en su puesta en escena y utilizar bien el sonido (incluido su ausencia), configurando una válida recreación de los turbulentos años 30 y 40 en torno a una figura científico-política de cierto interés para la evolución de la carrera armamentística entre bloques.
El Proyecto Manhattan ya había sido centro de otras películas de cine, de forma directa, como “Creadores De Sombras” de Roland Joffé, con Dwight Schultz (el Murdock de “El Equipo A”) como Oppenheimer; o indirecta, con tejemanejes de armamento nuclear como fondo del estupendo y recomendable título de cine negro clásico de Robert Aldrich “El Beso Mortal”.
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