• Por Antonio Méndez

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“Prelude To Ecstasy” es el primer disco de The Last Dinner Party, una banda inglesa femenina compuesta por la cantante Abigail Morris, la guitarrista líder Emily Roberts, la guitarrista rítmica y vocalista Lizzie Mayland, la bajista Georgia Davies y la teclista y vocalista Aurora Nishevci.

Este debut fue alabado por la prensa británica y la verdad es que tiene méritos.
Estupendas letras, excelentes voces y un sonido de arreglos y estructuras elaboradas, que ahora tienen base en el art pop o el post-punk, más tarde en el pop orquestal, el rock gótico o el glam de David Bowie, como una mezcla entre Weyes Blood y Kate Bush.

Producido por James Ford, quien también toca las baterías, el disco se abre con una obertura instrumental clásica, “Prelude To Ecstasy”, título sinfónico que da nombre al álbum y que es continuado por la plausible “Burn Alive”, pieza sobre dolor, purga, una tóxica relación de pareja, en un art-post-punk oscuro, de gran intensidad dramática.

Se inicia “Caesar On A TV Scream” de forma lenta en los versos, incrementando el tempo en el puente con un ritmo new wave antes de mostrarse glam-teatral en el estribillo, con un texto sobre poder, fama y rol sexual.

the-last-dinner-party-prelude-ecstasy-critica-review-banda-inglesa“The Feminine Urge”, con twang guitar, percusión a lo Phil Spector, esencias operísticas, y emocional voz con una excelente interpretación, crea textos que rebotan en el rol social femenino, aquí con ligazón a la madre.

“On Your Side” muestra otra vez las grandes dotes como cantante de Abigail Morris, otra vez con eje en una relación tóxica.
Es una balada sensible, melódica, con piano de Aurora Nischevi y un trabajo magnífico de atmósfera con envoltorio romántico-gótico.

En “Beautiful Boy”, con la guitarrista Emily Roberts en la flauta, se ironiza sobre el éxito a través de la belleza para él… y para ella.
Es una gran balada lounge, orquestal, barroca, de alta sensibilidad, con delicados arreglos vocales, sutil percusión y crescendo.

“Gjuha”, tema en albanés, es cantado por la teclista Aurora Nischevi.
A destacar los arreglos vocales en un folk operístico con Emily en la mandolina.

En “Sinner” suenan a ABBA con evolución rítmica de pop de nueva ola y con la autora y cantante de esta pieza, la guitarrista Lizzie Mayland, enamorada y nostálgica, intentando volver a la inocencia de la etapa infantil, con un final orquestado que no disgustaría a Roy Wood.

“My Lady Of Mercy” vuelve al goticismo en una estructura art rock con variantes que fusionan el prog-rock con el glam.
Parece que cuenta la historia de una niña embelesada con la figura de Juana de Arco.

“Portrait Of A Dead Girl” retoma el piano como centro de un tempo lento apasionado, orquestal, también de fondo gótico, piano Queen/Bowie 70s, con más relación de pareja de amor intenso en conflicto.

La canción más conocida del disco es el éxtasis romántico de “Nothing Matters”, calco ABBA en su intro y alegre desarrollo pop-rock con pegadizo estribillo-pegadizo y crescendo, y con el productor James Ford a la batería.

Terminan con “Mirror”, otra emocional balada orquestal con outro instrumental con piano y cuerdas, cierre de un muy destacado debut.

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