Crítica

Mike Kerr y Ben Thatcher, los Royal Blood, con su cuarta entrega de sonidos arena rock de base blues con algunas claves glam y garajeras.

Lo peor del álbum es la reiteración en recursos, registros. Similares motivos, modulaciones..

Se abre con “Mountains At Midnight”, escenario de hedonismo nocturno con uno de los momentos más enérgicos del disco. Potente riff Led Zeppelin/Black Sabbath en un corte al estilo de lo que grababan los White Stripes hace casi 25 años.




“Sinnings At The Dark” trata heridas y cicatrices, a través de una narrativa nada clara, con corazones marcados. Es un medio tiempo con su típica distorsión. A destacar cierta teatralidad glam rock con dejes T. Rex.

El tempo se aquieta en la pieza melódica “Pull Me Through”, una balada con piano y estribillo pegadizo en una lírica simple de ayuda en situación difícil.

Punteos ágiles en la línea que domina la instrumentación de “The Firing Line”, una pasable mezcla de John Lennon, Supergrass y Cheap Trick.




“Tell Me When It’s Too Late” retoma la distorsión y el tempo sincopado en un hard glam rock que tanto podría grabar Jack White como los Greta Van Fleet.

En “Triggers” se agita la percusión introduciendo un ritmo rápido en un rock de estadio con influencia glam dentro de su reiterada fórmula.

“How Many More Times” es más de lo mismo, aquí con uso del piano y un tempo más lento. No está mal la melodía punteada por el riff.

De nuevo, Mike Kerr requiere ayuda en una situación límite en “High Waters”, el mismo formulismo de este dúo.

Influencia Beatles en “There Goes My Cool” y fin de disco con “Waves”, otra balada con piano, que podría grabar Gaz Coombes, y que retoma la solidaridad en tiempo de problemas.