Crítica
Los británicos del britpop 90s, The Boo Radleys, tras el buen disco del año anterior sin Martin Carr, “Keep On With Falling” (2022), volvieron al estudio para grabar su octavo álbum en estudio… “Eight”.
Es un disco pop que se hace largo, cuidado en arreglos, sofisticado, pero de limitada trascendencia en sus melodías.
Sea abre con “Seeker”, medio tiempo con trémulas guitarras y desarrollo de pop sofisticado con toques funk y armonías sunshine pop a lo Beach Boys.
Típica del grupo (ahora trío), aquí feliz de encontrar a la pareja ideal tras tanta búsqueda infructuosa.
“The Unconscious” suena a ska tipo Madness, mientras que “Hollow”, sobre vacío interior y sentimientos escondidos, es la mejor melodía del álbum con un psicopop con jangle guitar, juegos vocales y distorsión vocal.
“Skeleton Woman” suena al David Bowie 80s época new wave, con saxo y variantes de ritmo.
Pop animoso el de “Now That’s What I Call Obscene”, tempo lento sobre alguien con corazón sucio, malo como pocos… una “máquina de matar”… Pop de nueva ola-cabaret que, a pesar de arreglos currados, termina aburriendo.
En “Way I Am” cabe tanto una trompeta como cuerdas y sintetizadores.
Pop-rock sobre desorientación, necesidad y miedos… “sé que nunca debemos escondernos”…
“A Shadow Darker Than The Rest” es un pop orquestal con piano.
Tempo lento y ecos tanto de Phil Spector como de Del Shannon.
Emociones perdidas, orientación, significado. Quieren dejar atrás los malos sentimientos con “Wash Away That Feeling”, un relleno con riff pegadizo, muy repetitiva, se endurece en su tramo final.
La balada “Sometimes I Sleep” es el corte más Beatles, sobre depresión y escapismo a través del sueño.
Soledad y libertad en la introspectiva “Sorrow (I Just Want To Be Free)”, medio tiempo pop con ritmo funk, trazos de psicodelia y destacados arreglos vocales.
Buena atmósfera la de “Swift’s Requiem”, más orquestación y lisergia con enfoque sofisticado.
No está mal el estribillo de “Dust”, con preocupación por el futuro… no hay lugar seguro… y de nuevo recursos de sueños.
El registro es idéntico a otras piezas, sin que las melodías enganchen, lo que termina resultando monótono.
Termina este LP con su canción más rítmica, “How Was I To Know”, un corte sobre reencuentros con ex mientras se intenta beber para olvidar.
Es un power pop que tanto podrían grabar los Cars como Weezer.