Dirección: Jonathan Glazer.
Intérpretes: Sandra Hüller, Christian Friedel, Freya Kreutzkam, Max Beck.
Con guión de Jonathan Glazer (“Reencarnación”).
Sinopsis
Año 1943.
Hedwig (Sandra Hüller) intenta crear un hogar en Auschwitz, lugar en donde está destinado su marido, el oficial de las SS, Rudolf Höss (Christian Friedel), como comandante del campo de concentración.
Crítica
Drama sobre el holocausto a través de una película contada como si fuese un documental.
Apenas hay trama, las conversaciones son casi todas intrascendentes. Todo lo que sucede y se escucha es banal. Sin embargo, se percibe lo que ocurre detrás del muro que separa la casa de Rudolf Höss (Christian Friedel), su mujer Hedwig (Sandra Hüller) y sus hijos.
La película provoca sentimientos desagradables con imágenes agradables.
No hay ni rastro de escenas de violencia o sufrimiento. La presencia del campo de concentración se muestra con sutileza, con ruidos lejanos (gritos nocturnos, disparos..), restos del humo negro de los crematorios tras el muro que delimita el florido jardín de la familia.
Hedwig/Hüller solo se preocupa por las mejoras en su vivienda, el jardín, la piscina… reuniones, visitas familiares, sirvientes, paseos por el jardín contemplando flores, charlas de café, asuntos de trabajo.
El gran capataz del horror es mostrado como un hombre laborioso, cumplidor, serio, cariñoso con sus hijos, reforzando la idea del terror de lo oculto (el fondo de la mente que ejecuta el horror en fundidos en negro… trata de ocultarlo pero aflora, bulle).
Expone pequeñas muestras de debilidad de personajes ante la situación de la que nadie habla y que no llega a interferir en el cosmos familiar idílico que han construido.
La película tiene en la fotografía y el sonido sus principales valores, dando la sensación de tratarse, por encima de todo, de un ejercicio de estilo.
Refuerzan la presencia y proximidad del horror, con “música alarido”, imágenes en negativo y fundidos en negro en contraste con los silencios y las conversaciones intrascendentes.
En la narración apuesta por el fuera de campo. La fotografía nos muestra amplios planos de la vida en familia, con un fondo que se intuye tras el muro del jardín. Planos interrumpidos por imágenes de rostros que transmiten una sensación de precisión. Resulta complicado mantener la atención con este tipo de planos que cuentan lo que sucede de una forma tan sutil sin llegar a aburrir.
Juega con los contrastes en la puesta en escena, empleando cambios abruptos, paralelismos y un salto temporal seco, provocador, en la parte final, dando una imagen real de la magnitud de lo sucedido. La exposición museística del horror sugerido.
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