EL INTENDENTE SANSHO (1954)
Dirección: Kenji Mizoguchi.
Intérpretes: Kinuyo Tanaka, Yoshiaki Hanayagi, Kioko Kagawa, Eitaro Shindo.
Zushio (Yoshiaki Hanayagi) y su hermana, Anju (Kyôko Kagewa), son separados
de su madre (Kinuyo Tanaka) y recluidos en un campo de trabajo regido por el
intendente Sanshô Dayû (Eitarô Shindô).
Las durísimas condiciones impuestas por el intendente harán que los hermanos
tomen una drástica decisión para cambiar el rumbo de sus vidas.
Es muy difícil, por no decir imposible, pronunciarse acerca de cuál pudiera
ser la mejor película que rodó Kenji Mizoguchi, sobre todo, teniendo en
cuenta la cantidad de títulos suyos que se han perdido y que nunca podrán
recuperarse, para desgracia del séptimo arte.
Lo que sí se puede afirmar es que “El intendente Sansho” es una de las obras
maestras que dirigió Mizoguchi en los últimos años de su vida.
Con un guión firmado, entre otros, por Yoshikata Yoda, habitual en las
cintas de Mizoguchi, la acción se centra en el descenso a los infiernos de
una noble familia por causa de la honradez e ideales preconizados por el
cabeza de familia.
La historia, ya de por sí atractiva, se ve realzada por la magnífica puesta
en escena, rubricada con la estudiada y perfecta colocación de la cámara y
la preciosista fotografía en blanco y negro de Kazuo Miyagawa, responsable
también de las imágenes de “Cuentos de la luna pálida” (1953).
“El intendente Sansho” cuenta, entre sus numerosos intérpretes, con una de
las actrices niponas más afamadas de todos los tiempos y predilecta de
Mizoguchi, Kinuyo Tanaka, quien ya trabajara a las órdenes del director
japonés en “Vida de Oharu, mujer galante” (1952) y en “La mujer crucificada”
(1954).
Una vez más, como ya hiciera a lo largo de su cinematografía, Mizoguchi
refleja la sensibilidad de su elevado arte fijando su mirada en la mujer, en
esta ocasión representada en la abnegación y sacrificio hasta la extenuación
de una madre y una hermana.
Alberto Alcázar